¿Y bueno? Es que la voz y las letras, ahora con mayor profundidad, nos remiten al pasado reciente pero con el atrevimiento actual, un diálogo de Cerati, una especie de dios bipolar, con los grandes del rock argentino, Charly García, Spinetta. ¡Sí, Pescado Rabioso! pasando por The Cure.
Más de dos horas de música, más de 20 canciones, temas del disco que da nombre a la gira, que por diciembre estuvo en el D.F. y que cerrará en dos tres ciudades colombianas en los próximos días, con revisión de algunas rolas de discos anteriores como solista la mayor parte del programa se sostuvo con el exquisito ruido de Fuerza natural.
Gustavo, como pidió a sus fans que lo llamaran, pero también Adrián, tiene un vínculo amoroso declarado con el puerto desde su presentación masiva en el teatro Netzahualcóyotl del Centro de Convenciones en noviembre de 1987, donde los promotores cometieron la irreverencia de poner como teloneros a otra grande de la escena española Radio Futura, comandada por el Phd Santiago Auserón.
“Sabia por mi cuerpo/Como oro de Acapulco/ estoy preparándome/ No sé qué me pasa/ que ya no puedo volver”, canta en “Planta” (Sueño stereo, 1995).
Cerati, un cantador de historias le dijo a la audiencia, compuesta mayoritariamente por defeños de puente, neo avecindados en los condominios de lujo en esta zona del puerto conocida como Diamante, caracterizando a este lugar tan famoso por sus playas como por sus balaceras callejeras y decapitaciones, como una avenida donde la oferta de cerveza es tan generosa que expende hasta de “a cuatro por tres”. Todo ello mientras exigía el agua de cebada que ingirió a lo largo del concierto.
El Fórum es un congelador con capacidad para 4 mil personas cómodamente sentadas, que incluye suites con tv de plasma, barra, bar y botanas con atención de diligentes meseros, bajo la custodia permanente de policías en traje que le hacen la vida imposible al espectador que piensa que se encuentra en un concierto de rock. Ellos, los trajeados con guoquitoqui se encargarán de recordarles que no.
Los promotores del evento, a medio concierto entendieron que era mejor reunir a los 300 en la sección de orquestas, así que aquellos pocos que pagaron de 250 hasta mil 100 pesos fueron puestos al pie de escenario, tan agradecidos los primeros como los segundos que no hubo tiempo para pensarlo.
Y en menos de lo que canta un gallo, Cerati dixit, vaciaron las graderías, a excepción de los de suite, y pusieron a los seguidores del rito al pie del altar donde oficiaron los seis sacerdotes y una diosa, Anita, la rubia corista siempre en éxtasis permanentemente en fuga como la ola.
Sí, vacío el Fórum, el que días antes había abarrotado por la fanaticada portochilanga de Paquita la del Barrio, Juanga y Jenny Rivera y otros monstruos de la sociedad del consumo y la cultura chatarra en un mundo diseñado y lineal. Ahh… y entre los asistentes, un porcentaje considerable, cuarentones y cincuentones, montados en la añoranza echaron maldiciones a Cerati por no interpretar esta noche ninguna de Soda Stereo.
En los momentos climáticos, Cerati interpretó “Crimen”, en este estado donde los crímenes no se investigan, y para delirio del petit comité que se entrega al placer celestial que generan las cuatro guitarras eléctricas, los teclados, la batería y la voz de Anita, ahora llamada Lucy por Cerati, que se retuerce, desvanece, agita su cabellera rubia, sostenida por dos largas piernas, un cuerpo forrado en negro por minúsculo vestido que se adquiere como un guante de látex a su piel blanca, mientras viaja sobre un cielo de diamantes. Después me repito: ¡He visto a Lucy! Mientras sigo el ritmo frenético del maestro otrora fundador del refresco stereo.
Y vienen como dejavu: “Cactus”, “Convoy”, “Crimen”, “Marea de Venus”, “Paseo inmoral” y más. Confirmación de que tras el músico hay una magistral banda de rock cuyo vocero dialoga con la historia musical contemporánea de su país, con sus influencias musicales en el mundo proponiendo su propia expresión.
Y al final éstas son las noticias: Es el sonido de alguien que pende de un hilo ¿Hasta dónde lo vamos a estirar? Sólo Cerati lo sabe.
| Por: La Jornada |