Gustavo Cerati y sus “fuerzas naturales” conquistaron anoche a unas cinco mil personas en el estadio Ruca Che, que se rindieron ante un show impecable de alta sonoridad, que marcó el regreso del ex Soda Stereo al mismo escenario después de una década. Una vez más y como lo vino haciendo durante todo el año 2009, Cerati ratificó por qué todavía es una de las grandes figuras de la escena del rock que se mantiene en el tiempo: porque siempre ofrece algo distinto a la hora de crear, a pesar de que a muchos todavía les pese.
Precisamente, más allá de las adhesiones o rechazos que pueda generar su figura, hoy Cerati es uno de los pocos músicos argentinos que se puede sentar en la mesa junto a Luis Alberto Spinetta o Charly García.
Con una impecable banda que tiene grandes figuras como Richard Coleman (guitarrista amigo y líder de Los Siete Delfines, que en los ’80 fue denominado el cuarto Soda) y Fernando Samalea (baterista que fue músico de Charly García y que pasó por Fricción, banda a la que Cerati perteneció), el guitarrista comenzó su viaje espacial con “Fuerza natural”, canción que da título a su quinta placa que identifica perfectamente el estado anímico en que se halla parado.
Como si fuera ese jinete enmascarado de la tapa del álbum que recorre la ciudad, el cantante sobrevoló el reducto en los primeros minutos del show, enfundado en negro como lo hizo también el resto de su grupo, que se completó con la figura de femme fatale de Anita Álvarez de Toledo (coros), Fernando Nalé (bajo), Leandro Fresco (teclados) y Gonzalo Córdoba (guitarra).
Con una escenografía que tuvo una puesta de luces que funcionó como si fuese una especie de cielo lunar –que varió de colores según los climas musicales- Cerati apostó en la primera parte del concierto a las canciones de su última producción.
De esa forma se sucedieron “Magia”, “Deja vú”, el encuentro romántico de “Desastre”, “Amor sin rodeos”, “Tracción a sangre”, para bajar a “Cactus”, una chacarera moderna donde el cantante se transforma en un gran trovador.
Después de unos 30 minutos de show, el guitarrista comenzó a navegar por los sonidos del exitoso y guitarrero Ahí vamos, que lo consagró con varios premios Grammy Latinos en 2006, para traer “Uno entre mil” y pasar al potente “Artefacto”, de su placa Siempre es hoy (2002).
El hitero “Rapto” dio pie para mover un atípico campo que lució con sillas, para más tarde ir al blues denso y condensado de “He visto a Lucy” -con brillantes aportes vocales de Álvarez- para que la banda haga su intervalo.
En la segunda y última parte del show las fuerzas naturales, que de por sí son imparables, guiaron a Cerati a los tiempos de “Amor Amarillo”. Por ese motivo, el acústico y cálido “A merced” puso al ex Soda en un viaje en el tiempo donde también visitó “Río Babel” (Bocanada, 1999)”, “Te llevo para que me lleves” y “Pulsar”.
En este estado extraordinario en que se encuentra el cantante, ya que nunca un disco le cerró tanto como Fuerza natural, también hubo tiempo para rescatar un disco impecable e impensado para los ’90 como Colores santos, que gestó junto a Daniel Melero. Así fue que “Marea de Venus” recobró fuerzas y voló las altas sonoridades de “La excepción”. Con un Ruca Che complacido y por momentos electrizado y conmovido -hubo tiempo para que el cuerpo pasará por diferentes estados- los bises recayeron en “Crimen”. La suave y amorosa canción y megahit radial que tanto esperó la parcialidad femenina. En el final “Lago en cielo” funcionó como cierre de una noche mágica donde el universo continúa y sigue estando a su favor.
| Por: LMNeuquén |