ENREMOLINOS

Carlos Alomar: «’Doble Vida’ se convirtió en el verdadero despegue de Soda Stereo»

Carlos Alomar, productor del disco Doble Vida, y ex guitarrista de David Bowie, nos cuenta cómo conoció a Soda Stereo, por qué decidió producir a la banda, qué vio en cada uno de los integrantes del grupo, cómo vió a Soda comparado con otras bandas de renombre mundial y cómo vivió el último show de la Gira Me Verás Volver.

• Es conocida la anécdota del viaje que Gustavo Cerati realizó a Nueva York, donde de casualidad pudo saber de tí para proponerte ser parte del nuevo proyecto que Soda Stereo tenía en mente. ¿Pero cómo fue realmente ese encuentro?

– A fines de los años 80 solía frecuentar un lugar llamado “Rudy’s Music Stop”, una tienda de música ubicada en el legendario distrito musical de la Calle 48 en Nueva York. Uno de los pocos lugares donde los hombres de verdad podían mirar vidrieras, imaginándose tocando las maravillosas guitarras retro que podían encontrarse allí. Lenta e inevitablemente uno miraría de cerca hasta tropezarse con la etiqueta del precio, momento en el cual tus sueños se encontrarían cara a cara con la verdadera realidad del “Comercio Americano”. Uno tendría que trabajar toda su vida para formar una de esas compañías de internet que producían millonadas para poder comprar una de esas bellezas. Pero yo no estaba allí por una nueva guitarra; estaba allí buscando a Rudy.

Se me ocurrió que mientras estuviera en el barrio, podría pedirle opinión sobre mis pensamientos respecto de la música latina; Rudy era muy entendido en lo que a ella respectaba, por lo que yo solía consultarle constantemente sobre todo lo latino. Rudy era un argentino, de mediana edad, que lucía mucho más joven, probablemente por todos los lugares que tuvo que visitar a fin de alcanzar las perlas que tenía para ofrecer (seguramente, un mejor panorama que tener que quedarse en la tienda todo el día). El rock and roll había sido tan bueno para él que encontrarlo detrás del mostrador era inusual. Yo estaba allí para hablarle acerca de una idea que tenía; quería comenzar “El movimiento de rock nacional de Puerto Rico”.

El rock con letras en español estaba despegando a través de MTV y yo era muy consciente de las consecuencias que ello tendría y de la demanda de dicha música. Yo quería que Puerto Rico, en su cercana relación con Estados Unidos, fuera el portal para todas aquéllas bandas que quisieran ingresar al mercado americano. Mi deseo, en ese momento, de devolver algo a mi comunidad musical, sería un máximo histórico.

Finalmente encontré a Rudy en la habitación del fondo, puliendo una de sus nuevas adquisiciones. Rudy me escuchó durante 20 minutos mientras le hablaba entusiasmadamente y sin parar acerca de “esto y aquello”, “ellos y esos” y todo lo que estaba mal acerca de las compañías discográficas. Y por supuesto, sobre cómo no sabían reconocer una buena banda aunque les mordiera en el trasero.

Aun así, Rudy era muy intuitivo y astuto por lo que me dejó continuar con mi conversación hasta que me detuvo con una sola palabra. “Carlito…”, fue todo lo que dijo. Esa simple palabra interrumpió mi oración. Verán, la terminación “ito”, agregada a un nombre, equivale a cuando los norteamericanos llaman a Charles, Charly, o a Michael, Mikey. Este término hispano de cariño era siempre utilizado por gente mayor que uno, no solo para mostrar su categoría, sino principalmente para hacerte sentir nuevamente como un niño, sin importar tu edad.

“Has escuchado hablar sobre una banda argentina llamada Soda Stereo?”, continuó. Cuando le dije que no, procedió a informarme que Gustavo Cerati, el cantante de la banda había estado allí recientemente.

• ¿Y cómo surge finalmente la idea de poder producir el disco Doble Vida?

– Gustavo, al igual que yo, había ido a pedir su consejo sobre posibles productores para el próximo álbum de la banda. Rudy comentó sobre lo casual que era estar teniendo esa conversación y me recomendó considerara producir a la banda. Le dije que estaría muy interesado en hacerlo, y le pregunté si tenía el número telefónico de Cerati. Rudy buscó en su bolsillo posterior y tomó lo que yo llamaba su “Pequeño libro negro”. En este caso uso la palabra “pequeño” muy a la ligera, porque ese libro de cuero, desgastado y deshilachado, unido por bandas elásticas difícilmente podría considerarse “pequeño”. Supongo que después de tantos años almacenando números telefónicos de distintas partes, probablemente balancearía la billetera que se encontraba en el otro bolsillo, dándole una sensación de realización, por encima de cualquier otro hombre.

Cuando llegué a casa hice una pequeña investigación sobre la banda para saber de dónde provenían. Me sorprendió gratamente descubrir que eran muy buenos músicos. Igualmente, déjenme explicarles otro aspecto relativo a la producción: si bien no es una preocupación, debo admitir que su pasado es importante, pero más importante aun es lo que hacen actualmente. Mientras los géneros musicales cambian y los pulsos por minuto vuelven a la música más y más rápida, cada canción debe ser un hit, y como productor uno debe preparar a la canción para ser viable en ese sentido.

• Soda Stereo venía de grabar sus tres discos de estudio en Argentina. ¿Por qué se decidió grabar el disco Doble Vida en Estados Unidos y no en Argentina?

– Mi plan era sencillo. Primero, invitarlos a Nueva York a interpretar sus canciones en un estudio apropiado de ensayos; odio cuando se desperdicia dinero para ensayar en un estudio de grabación. Hecho eso, algunas cosas espontáneas suceden en estudios así, pero lo cierto es que se pueden obtener mayores beneficios por comenzar en un estudio de ensayo. En este caso, ellos no serían distraídos por amigos, lugares, o llamadas telefónicas (algo que aprendí de Bowie, cuando me informó ensayaríamos en una isla tropical).

En segundo lugar, tendrían posibilidades de re-escribir o arreglar cualquier canción, en cualquier momento del día o de la noche (esta última sería invaluable, especialmente teniendo en cuenta que fue lo que terminó sucediendo). Y en tercer lugar, esto me permitiría hacerme una idea más aproximada acerca de su “sonido”. Esto es importante, ya que me permitiría determinar al ingeniero de sonido, de mezcla, dónde grabaría, así como también quién dirigiría el producto final. Con todo esto, finalmente coordinamos para encontrarnos en el estudio de ensayo.

• ¿Qué fue lo que te llamó la atención de Soda Stereo y su música como para aceptar ser el productor de su siguiente trabajo?

– Lo primero que me llamó la atención fue el maravilloso rango vocal del líder de Soda Stereo, Gustavo Cerati. Gustavo es un virtuoso guitarrista rítmico principal, con una particular habilidad para cantar y escribir hits. Me pareció muy inteligente, calculador y serio en cuanto a la banda. Con Gustavo, todo era negociable, aunque él comprendía las fortalezas y debilidades de su banda, y se esforzaba por mantener su imagen y dirección.

Hector Bosio en el bajo, quien inmediatamente me pidió lo llamara “Zeta”, ya que nadie, absolutamente nadie, le llamaba “Hector”. El rol de Zeta era colaborativo y de apoyo. Nació para ser bajista, fuerte y alto, y por alto quiero decir “directo”: él siempre expresaba lo que pensaba, y pensaba lo que decía. Zeta siempre se encargaba de mantener la unidad en el grupo.

Y por último, pero no menos importante, el novato e implacable baterista detrás de todo, Charly Alberti, una sonrisa sobre los hombros. Charly era un verdadero dulce y encantador, el cual tenía todos los atributos de un galán. Charly, como muchos jóvenes necesitaba dormir mucho, y no tenía arrepentimientos al hacerlo, sin importar dónde. En ocasiones lo veía acostado en la alfombra, cabeceando en una silla, o descansando en posición fetal en un sofá. Me hacía acordar a un gato. Su respuesta a todo era siempre positiva y con una sonrisa radiante. Era tranquilo y tímido, y me parecía muy entrañable.

• Siendo que trabajaste con artistas como David Bowie, Paul Mc Cartney, Iggy Pop, y Mick Jagger. ¿Cómo viste el nivel artístico de Soda Stereo en comparación con esos artistas de renombre mundial?

– La respuesta es simple: no podía compararlos. Sí, artística, músical y mecánicamente los integrantes de Soda Stereo eran músicos excepcionales, pero había algo más. Nos comunicábamos en español, en un nivel especial dentro de nuestro idioma. Un idioma secreto, que no se asemejaba en absoluto al habla inglesa y que implicaba una confianza que sólo podía provenir de expresarse en el idioma propio de uno. Supe inmediatamente que este proyecto me distinguiría. La necesidad de devolver a la industria musical, que siempre había sido tan buena conmigo; la necesidad de trabajar con “rock en español”; la necesidad de encontrar una banda que pudiera reflejar cualquier idea que, como productor, pudiera tener; la necesidad de Soda Stereo por trabajar con un conocido guitarrista de rock latinoamericano. Todos estos factores nos hacían creer que nos encontrábamos en una misión, y que no podíamos fallar en ella.

• Estuvieron mas de un mes metidos de lleno en la preparación de Doble Vida en Nueva York. ¿Cómo fue el proceso de gestación y grabación del disco en sí?

– Ellos fueron preparados con más de 20 canciones. Nos decidimos por 8 de ellas, pero acordamos que tan pronto como tuviéramos los arreglos adecuados, posiblemente escribiéramos algunas más. Siempre es bueno hacer algo fresco, inesperado y espontáneo en el estudio cuando se está con una maravillosa banda que tiene un concepto claro y definido de su nuevo sonido. ¿Por qué? ¡Simplemente porque se puede! No es tan fácil lograrlo cuando el artista es un cantante y uno tiene que armar una banda para él. Soda Stereo era autosuficiente, y ellos estaban allí, disponibles, dispuestos y listos.

Andy Heermans, quien había trabajado en mi álbum solista “Dream Generator”, fue contratado para grabar y mezclar las sesiones. Nos decidimos por este estudio porque económicamente se encontraba a nuestro alcance y porque sabíamos que nadie interrumpiría nuestras sesiones. Básicamente el lugar nos pertenecería mientras estuviéramos allí. Las sesiones anduvieron bien y músicos adicionales fueron convocados para tocar los teclados y trompetas que se requerían.

• Temas como “La Cúpula” y “En la ciudad de la furia”, se transformaron en clásicos, no solo de la banda, sino del rock argentino. Al momento de estar creando y produciendo el disco, ¿se puede preveer que algunos temas serán hits y quedarán en la historia?

– Algunas canciones se destacaron por sobre el resto. Canciones como “La Cúpula” y “En la ciudad de la furia” sonaban como clásicos desde el comienzo, con guitarras al frente por momentos y más de fondo en otros. Estábamos contentos y yo sabía que estas canciones representarían grandeza para el rock argentino. A veces no es posible estar totalmente consciente de que uno está creando un éxito, y a veces se es bendecido por caerle uno como llovido del cielo.

• Finalmente tuviste participación directa en temas como “La Cúpula” y “En el Borde”. ¿Cómo surgió la posibilidad de que quedara plasmada tu participación musicalmente hablando? ¿Cómo nació la idea de realizar un rap para “En el Borde”?

– En el estudio Gustavo y yo compartíamos punteos cortos, mientras él me interrogaba sobre mi vida y tiempos con David Bowie, así como también sobre cómo había ideado los riffs de guitarra en “Fame”. Por mi parte le mostraba trucos que quería que utilizara en partes del solo de guitarra que estaba a punto de grabar. Usualmente no me gusta tocar la guitarra en un álbum que he producido porque prefiero darle ese rol al guitarrista principal, y permitirle interpretarlo en “vivo”. Pero a Gustavo no le conformaba eso…

“Sí! Vas a tocar en esta canción… estás loco, el gran Carlos Alomar sin tocar en nuestro disco? Definitivamente no… vas a interpretar este solo!”, me expresó Cerati en su imperfecto inglés. El feroz líder de este poderoso trío no había viajado hasta Norteamérica para que no tocara en su disco, eso era seguro. Mientras los demás expresaban su conformidad con la idea, acepté finalmente interpretar el solo de “La Cúpula”.

Entré al estudio y pedí que bajaran las luces para ambientar. Miré a través del vidrio a la banda mientras ellos hacían lo propio. Gustavo preparado en el timonel, sentado en mi silla de productor. Zeta parado a su derecha, con los brazos cruzados y esperando, y Charly alentándome y sonriendo. No hace falta decir que saqué el solo en una sola toma. Habiendo probado el mismo hacía unos momentos para Gustavo, todavía lo tenía fresco en mi mente. Adicionalmente, todos los años ensayando y practicando en hoteles habían compensado. Todos aquéllos punteos aleatorios habían tomado forma en el solo de “La Cúpula”.

Con sentidos elogios finalmente recuperé mi “trono” detrás de la consola de mezclas. Todos continuamos riendo y aclamando mi interpretación (todo un ritual entre los músicos, cuando había una gran interpretación). Pero me di cuenta de que Gustavo tenía razón. Por qué intentaría sonar al igual que yo, cuando yo ya estaba allí, listo, dispuesto y disponible.

Había una última canción que había que ejecutar: “En el borde”. Fue Zeta quien primero pronunció esas palabras y me produjo un escalofrío en la espalda. “Por qué no tener un rap hecho por Carlos en esta canción? Sí, un rap es justo lo que se necesita”, replicaron los demás. Siguió un silencio, mientras todos se volcaron hacia mí, con esa mirada en sus ojos.

“De ninguna manera!”, fue todo lo que pude decir, mientras reía ante la sola idea de hacerlo. Hacía casi 8 años desde que Kurtis Blow grabó la base de una de las más famosas letras de rap de nuestros tiempos… “The Breaks”. Conozco grandes raperos, y no me considero precisamente uno de ellos. Ciertamente no quería ingresar al campo del rap para ser examinado por otros, especialmente raperos! Pero nuevamente, los chicos no querían saber nada al respecto. Persistieron, molestaron, suplicaron e insistieron.

Fui a casa esa noche y escribí las letras de “En el borde”. Regresé al día siguiente y de mala gana, pero sin reservas, mostré el rap en el estudio. Fue genial! De hecho lo disfruté mucho, pero juré que esa sería la primera y última vez que haría rap en una canción. Y gracias a Dios, he mantenido mi palabra.

• ¿Cómo ves ese trabajo mas de 20 años después de producirlo?

– Yo creo que el álbum se convirtió en el verdadero despegue de Soda Stereo y el disco que les traería consigo mayor reconocimiento. Creo que continúa siendo uno de sus más grandes logros, así como uno de los míos. A través de los años me mantuve en contacto con cada uno de los integrantes de la banda, mientras continuaba con mi odisea musical. Leía críticas de sus álbumes subsiguientes, de su separación y de sus proyectos individuales, y me alegraría por sus continuos éxitos. El recuerdo de nuestro tiempo juntos, siempre dándome razones para sonreír.

• Soda Stereo vuelve a los escenarios en el año 2007, y deciden invitarte a participar del último show de la gira, el 21 de Diciembre, en el Estadio Monumental de Buenos Aires. ¿Cómo viviste esa experiencia?

– Recibí una invitación sorpresa de la banda. Por supuesto que acepté y me preparé para viajar a Buenos Aires y reunirme con mis viejos amigos. Aterricé en Buenos Aires y procedí a realizar mis trámites en aduana. Como siempre, las filas hacia esa sección eran tremendas. Permanecí en línea arrastrando mi bolso por detrás cual apéndice indeseado. El recuerdo de mi guitarra perdida en el Aeropuerto de Bangkok, cerca del río Chao Phraya, y de perder ropa en Suecia e incontables aeropuertos ocupaban mi mente en ese momento. Finalmente, era el próximo en la fila para encontrarme con un agente.

Me acerqué al puesto de aduana cautelosamente, consciente de la línea roja que se encontraba a mis pies y reprimiendo el incontrolable deseo de apoyarme en el mostrador. Le alcancé mi pasaporte y papeles a un joven hombre con un porte muy serio. Revisó mis credenciales, me miró y finalmente me recibió con la usual pregunta: “Y qué lo trae a Buenos Aires, Señor Alomar?”, preguntó, siguiendo con la esperada: “Está aquí por negocios o placer?”. Para cualquiera que alguna vez viajó al exterior, así es como funciona el sistema. Si se viaja por trabajo, se debe tener la visa correspondiente. Yo no tenía tiempo para nada de eso, así que para ahorrar tiempo simplemente contesté con mi respuesta de siempre.

“Placer. Solo vine a visitar algunos amigos”. El agente se inclinó hacia mi, y al igual que un profesor mirando por encima de sus lentes, como para corregir a un estudiante, contestó: “Señor Alomar, sé quien es y por qué se encuentra aquí. Estaré en el concierto de mañana para verlo tocar con Soda Stereo. Mucha suerte”. Me miró cómplice, ante lo cual sonreí. En aquél momento comenzaba a tomar consciencia de cuán importante sería ese concierto.

La noche siguiente me encontré en un estudio de ensayo, lleno de músicos. Parecía que el concepto del concierto sería sencillo. Consistiría en tener un instrumentalista que tocara en determinadas canciones de la banda. Aparentemente yo estaba allí para interpretar mi canción “La Cúpula”, aunque para mi implicaba mucho más que eso. Era una oportunidad para ver a mis viejos amigos, quienes eran mayores, tenían hijos y vidas sobre las que no sabía nada.

• Y tras mas de 20 años sin verlos personalmente, ¿cómo fue ese reencuentro con los integrantes de Soda Stereo y terminar tocando frente a mas de 60.000 personas?

– Cuando entraron a la habitación y me vieron, las sonrisas y abrazos que se sucedieron obligaron a todos en ese lugar a suspender lo que estaban haciendo y simplemente presenciar ese momento. Era algo así como una reunión familiar. Yo un poco mayor, Gustavo más áspero y sin afeitarse después de la larga gira; en contraste con esto Zeta completamente afeitado con su pelada cabeza brillando y reflejando cada luz en la habitación, y Charly todo un hombre adulto con una sonrisa que denotaba sus años de experiencia y satisfacción.

La noche del show el público era explosivo, receptivo, atento y elogioso. Cantaban con nosotros en todas las canciones, prendían sus encendedores en los momentos indicados, y se movían al unísono en las canciones lentas. Finalmente, pude escuchar mi nombre a través de los altavoces mientras Gustavo anunciaba mi presencia. Les diré esto, no hay nada como el rugido de los fans cuando ven a su banda preferida tocando por última vez. Cada canción significaba algo para cada uno de ellos: cuando se graduaron, se enamoraron, casaron, tuvieron hijos, sufrieron decepciones, divorciaron e incluso cuando veían a todos y cada uno de sus amigos pasar por sus vidas. Cada canción, cada palabra, en este momento, en este preciso momento significaba algo… e incluso quizás lo significaba todo.

“Damas y caballeros… Carlos Alomar!!!”, anunció Gustavo Cerati mientras yo ingresaba al escenario. El asistente alcanzándome mis acordes y el ingeniero de control subiendo mi retorno en los monitores. Uno… dos… tres… cuatro…

“La Cúpula” comenzó mientras sentía el impulso sanguíneo hacia mis oídos y entraba en ese estado de trama que consume a todo intérprete. Toqué mi solo (aunque no recuerdo el mismo actualmente jaja), sonreí durante todo el show, no solo por haber tocado bien, sino porque siempre me sorprende cuán mejores se vuelven los músicos con el paso de los años. Gustavo, Zeta y Charly, no solo tocaban cada una de las notas que habíamos ensayado y practicado durante semanas hacía 20 años atrás, sino que agregaron notas que solo podían provenir de los años de experiencia, y técnicas aprendidas durante todos los años que giraron juntos. Fue glorioso, lo más cercano al cielo que una sesión de jam podía alcanzar.

Después del show seguimos de fiesta hasta entrada la madrugada, como si nunca fuera a acabar, aunque sabíamos que no solo la fiesta terminaría, sino que nuestra odisea, que había comenzado hacía unos 20 años atrás, también llegaría a su final. Y esa noche mientras dormía supe que terminaría despertando en un mundo sin Soda Stereo.

• ¿Qué te dejó trabajar con Soda Stereo en una etapa fundamental de su carrera?

– Años después de producir a Soda Stereo, todavía uso el mismo criterio para aceptar propuestas de producción. Primero escuchemos todas sus nuevas canciones. ¿Son una banda unida y consolidada? ¿Pueden ejecutar cualquier acrobacia musical que les pida? ¿Permanecerán juntos por el tiempo necesario para dejar su marca en el mundo? Supongo que las lecciones aprendidas con Soda Stereo son tan profundas que no resultan fáciles de olvidar.

• Comentaste que con Soda querías devolverle al rock latino todo lo que te dio. Siendo un productor y músico tan reconocido a nivel mundial, ¿sentís que existe alguna banda latina que se pueda asemejar a Soda Stereo? ¿Cómo ves la música actual en ese sentido?

– Mira, en Mayo de 2010 me enteré a través de Internet que Gustavo Cerati había sufrido un accidente cerebro-vascular y había entrado en coma. Mi corazón se detuvo mientras me ahogaba con algunas lágrimas. Varios años antes, en 2003, otro de mis amigos, el gran cantante de rhythm and blues Luther Vandross, también había sufrido un accidente cerebro-vascular. Yo comprendía el dolor, tanto de su familia como de sus fans, demasiado bien. Sin embargo, otra voz latina de nuestros tiempos era silenciada.

Mientras reflexiono sobre la industria musical con la llegada del nuevo milenio, entiendo que hay muchas bandas dispuestas, y capaces de continuar lo que Soda Stereo dejó inconcluso. Y sin embargo, me preocupa que las nuevas bandas no puedan emerger de la misma forma en que Soda lo hizo. Las grandes compañías multinacionales tienen una actitud bastante acotada y tentadora sobre firmar contratos, promocionar y hacer campaña por nuevas bandas.

La cantidad de recintos que promueven música en vivo continúan desapareciendo año a año y la desenfrenada desconsideración de los derechos de autor y regalías a través de la piratería amenazan con acortar la vida de cualquier banda incipiente. No hace tanto tiempo atrás hubo una gran controversia relativa a la ley S.O.P.A (Stop Online Piracy Act), que pretende luchar contra el tráfico en internet de propiedad intelectual registrada. Bono, líder de U2, ha dicho públicamente que apoya esta ley, mientras que otros artistas opinan lo contrario.

Mientras todo esto continúa y todos toman su lugar en esta controversia, Gustavo Cerati duerme y su estado de coma lo deja totalmente ajeno al desenlace de lo que nos rodea. Su legado recogido en sus regalías irá o bien a su familia o a sus herederos. Fui a mis archivos y recuperé las letras originales del rap de “En el borde”. Sorprendentemente nos ofrece una respuesta a este planteamiento; se los dejo para que lo decidan:

“Estoy en el borde y no sé
Si me encontrarás aquí o me encontrarás allí.
Porque las cosas están tomando un giro
y simplemente no sé si me apagaré”

“No hablaré del final…”

Allan Kelly Márquez

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Carlos Alomar: «’Doble Vida’ se convirtió en el verdadero despegue de Soda Stereo»

Carlos Alomar, productor del disco Doble Vida, y ex guitarrista de David Bowie, nos cuenta cómo conoció a Soda Stereo, por qué decidió producir a la banda, qué vio en cada uno de los integrantes del grupo, cómo vió a Soda comparado con otras bandas de renombre mundial y cómo vivió el último show de la Gira Me Verás Volver.

• Es conocida la anécdota del viaje que Gustavo Cerati realizó a Nueva York, donde de casualidad pudo saber de tí para proponerte ser parte del nuevo proyecto que Soda Stereo tenía en mente. ¿Pero cómo fue realmente ese encuentro?

– A fines de los años 80 solía frecuentar un lugar llamado “Rudy’s Music Stop”, una tienda de música ubicada en el legendario distrito musical de la Calle 48 en Nueva York. Uno de los pocos lugares donde los hombres de verdad podían mirar vidrieras, imaginándose tocando las maravillosas guitarras retro que podían encontrarse allí. Lenta e inevitablemente uno miraría de cerca hasta tropezarse con la etiqueta del precio, momento en el cual tus sueños se encontrarían cara a cara con la verdadera realidad del “Comercio Americano”. Uno tendría que trabajar toda su vida para formar una de esas compañías de internet que producían millonadas para poder comprar una de esas bellezas. Pero yo no estaba allí por una nueva guitarra; estaba allí buscando a Rudy.

Se me ocurrió que mientras estuviera en el barrio, podría pedirle opinión sobre mis pensamientos respecto de la música latina; Rudy era muy entendido en lo que a ella respectaba, por lo que yo solía consultarle constantemente sobre todo lo latino. Rudy era un argentino, de mediana edad, que lucía mucho más joven, probablemente por todos los lugares que tuvo que visitar a fin de alcanzar las perlas que tenía para ofrecer (seguramente, un mejor panorama que tener que quedarse en la tienda todo el día). El rock and roll había sido tan bueno para él que encontrarlo detrás del mostrador era inusual. Yo estaba allí para hablarle acerca de una idea que tenía; quería comenzar “El movimiento de rock nacional de Puerto Rico”.

El rock con letras en español estaba despegando a través de MTV y yo era muy consciente de las consecuencias que ello tendría y de la demanda de dicha música. Yo quería que Puerto Rico, en su cercana relación con Estados Unidos, fuera el portal para todas aquéllas bandas que quisieran ingresar al mercado americano. Mi deseo, en ese momento, de devolver algo a mi comunidad musical, sería un máximo histórico.

Finalmente encontré a Rudy en la habitación del fondo, puliendo una de sus nuevas adquisiciones. Rudy me escuchó durante 20 minutos mientras le hablaba entusiasmadamente y sin parar acerca de “esto y aquello”, “ellos y esos” y todo lo que estaba mal acerca de las compañías discográficas. Y por supuesto, sobre cómo no sabían reconocer una buena banda aunque les mordiera en el trasero.

Aun así, Rudy era muy intuitivo y astuto por lo que me dejó continuar con mi conversación hasta que me detuvo con una sola palabra. “Carlito…”, fue todo lo que dijo. Esa simple palabra interrumpió mi oración. Verán, la terminación “ito”, agregada a un nombre, equivale a cuando los norteamericanos llaman a Charles, Charly, o a Michael, Mikey. Este término hispano de cariño era siempre utilizado por gente mayor que uno, no solo para mostrar su categoría, sino principalmente para hacerte sentir nuevamente como un niño, sin importar tu edad.

“Has escuchado hablar sobre una banda argentina llamada Soda Stereo?”, continuó. Cuando le dije que no, procedió a informarme que Gustavo Cerati, el cantante de la banda había estado allí recientemente.

• ¿Y cómo surge finalmente la idea de poder producir el disco Doble Vida?

– Gustavo, al igual que yo, había ido a pedir su consejo sobre posibles productores para el próximo álbum de la banda. Rudy comentó sobre lo casual que era estar teniendo esa conversación y me recomendó considerara producir a la banda. Le dije que estaría muy interesado en hacerlo, y le pregunté si tenía el número telefónico de Cerati. Rudy buscó en su bolsillo posterior y tomó lo que yo llamaba su “Pequeño libro negro”. En este caso uso la palabra “pequeño” muy a la ligera, porque ese libro de cuero, desgastado y deshilachado, unido por bandas elásticas difícilmente podría considerarse “pequeño”. Supongo que después de tantos años almacenando números telefónicos de distintas partes, probablemente balancearía la billetera que se encontraba en el otro bolsillo, dándole una sensación de realización, por encima de cualquier otro hombre.

Cuando llegué a casa hice una pequeña investigación sobre la banda para saber de dónde provenían. Me sorprendió gratamente descubrir que eran muy buenos músicos. Igualmente, déjenme explicarles otro aspecto relativo a la producción: si bien no es una preocupación, debo admitir que su pasado es importante, pero más importante aun es lo que hacen actualmente. Mientras los géneros musicales cambian y los pulsos por minuto vuelven a la música más y más rápida, cada canción debe ser un hit, y como productor uno debe preparar a la canción para ser viable en ese sentido.

• Soda Stereo venía de grabar sus tres discos de estudio en Argentina. ¿Por qué se decidió grabar el disco Doble Vida en Estados Unidos y no en Argentina?

– Mi plan era sencillo. Primero, invitarlos a Nueva York a interpretar sus canciones en un estudio apropiado de ensayos; odio cuando se desperdicia dinero para ensayar en un estudio de grabación. Hecho eso, algunas cosas espontáneas suceden en estudios así, pero lo cierto es que se pueden obtener mayores beneficios por comenzar en un estudio de ensayo. En este caso, ellos no serían distraídos por amigos, lugares, o llamadas telefónicas (algo que aprendí de Bowie, cuando me informó ensayaríamos en una isla tropical).

En segundo lugar, tendrían posibilidades de re-escribir o arreglar cualquier canción, en cualquier momento del día o de la noche (esta última sería invaluable, especialmente teniendo en cuenta que fue lo que terminó sucediendo). Y en tercer lugar, esto me permitiría hacerme una idea más aproximada acerca de su “sonido”. Esto es importante, ya que me permitiría determinar al ingeniero de sonido, de mezcla, dónde grabaría, así como también quién dirigiría el producto final. Con todo esto, finalmente coordinamos para encontrarnos en el estudio de ensayo.

• ¿Qué fue lo que te llamó la atención de Soda Stereo y su música como para aceptar ser el productor de su siguiente trabajo?

– Lo primero que me llamó la atención fue el maravilloso rango vocal del líder de Soda Stereo, Gustavo Cerati. Gustavo es un virtuoso guitarrista rítmico principal, con una particular habilidad para cantar y escribir hits. Me pareció muy inteligente, calculador y serio en cuanto a la banda. Con Gustavo, todo era negociable, aunque él comprendía las fortalezas y debilidades de su banda, y se esforzaba por mantener su imagen y dirección.

Hector Bosio en el bajo, quien inmediatamente me pidió lo llamara “Zeta”, ya que nadie, absolutamente nadie, le llamaba “Hector”. El rol de Zeta era colaborativo y de apoyo. Nació para ser bajista, fuerte y alto, y por alto quiero decir “directo”: él siempre expresaba lo que pensaba, y pensaba lo que decía. Zeta siempre se encargaba de mantener la unidad en el grupo.

Y por último, pero no menos importante, el novato e implacable baterista detrás de todo, Charly Alberti, una sonrisa sobre los hombros. Charly era un verdadero dulce y encantador, el cual tenía todos los atributos de un galán. Charly, como muchos jóvenes necesitaba dormir mucho, y no tenía arrepentimientos al hacerlo, sin importar dónde. En ocasiones lo veía acostado en la alfombra, cabeceando en una silla, o descansando en posición fetal en un sofá. Me hacía acordar a un gato. Su respuesta a todo era siempre positiva y con una sonrisa radiante. Era tranquilo y tímido, y me parecía muy entrañable.

• Siendo que trabajaste con artistas como David Bowie, Paul Mc Cartney, Iggy Pop, y Mick Jagger. ¿Cómo viste el nivel artístico de Soda Stereo en comparación con esos artistas de renombre mundial?

– La respuesta es simple: no podía compararlos. Sí, artística, músical y mecánicamente los integrantes de Soda Stereo eran músicos excepcionales, pero había algo más. Nos comunicábamos en español, en un nivel especial dentro de nuestro idioma. Un idioma secreto, que no se asemejaba en absoluto al habla inglesa y que implicaba una confianza que sólo podía provenir de expresarse en el idioma propio de uno. Supe inmediatamente que este proyecto me distinguiría. La necesidad de devolver a la industria musical, que siempre había sido tan buena conmigo; la necesidad de trabajar con “rock en español”; la necesidad de encontrar una banda que pudiera reflejar cualquier idea que, como productor, pudiera tener; la necesidad de Soda Stereo por trabajar con un conocido guitarrista de rock latinoamericano. Todos estos factores nos hacían creer que nos encontrábamos en una misión, y que no podíamos fallar en ella.

• Estuvieron mas de un mes metidos de lleno en la preparación de Doble Vida en Nueva York. ¿Cómo fue el proceso de gestación y grabación del disco en sí?

– Ellos fueron preparados con más de 20 canciones. Nos decidimos por 8 de ellas, pero acordamos que tan pronto como tuviéramos los arreglos adecuados, posiblemente escribiéramos algunas más. Siempre es bueno hacer algo fresco, inesperado y espontáneo en el estudio cuando se está con una maravillosa banda que tiene un concepto claro y definido de su nuevo sonido. ¿Por qué? ¡Simplemente porque se puede! No es tan fácil lograrlo cuando el artista es un cantante y uno tiene que armar una banda para él. Soda Stereo era autosuficiente, y ellos estaban allí, disponibles, dispuestos y listos.

Andy Heermans, quien había trabajado en mi álbum solista “Dream Generator”, fue contratado para grabar y mezclar las sesiones. Nos decidimos por este estudio porque económicamente se encontraba a nuestro alcance y porque sabíamos que nadie interrumpiría nuestras sesiones. Básicamente el lugar nos pertenecería mientras estuviéramos allí. Las sesiones anduvieron bien y músicos adicionales fueron convocados para tocar los teclados y trompetas que se requerían.

• Temas como “La Cúpula” y “En la ciudad de la furia”, se transformaron en clásicos, no solo de la banda, sino del rock argentino. Al momento de estar creando y produciendo el disco, ¿se puede preveer que algunos temas serán hits y quedarán en la historia?

– Algunas canciones se destacaron por sobre el resto. Canciones como “La Cúpula” y “En la ciudad de la furia” sonaban como clásicos desde el comienzo, con guitarras al frente por momentos y más de fondo en otros. Estábamos contentos y yo sabía que estas canciones representarían grandeza para el rock argentino. A veces no es posible estar totalmente consciente de que uno está creando un éxito, y a veces se es bendecido por caerle uno como llovido del cielo.

• Finalmente tuviste participación directa en temas como “La Cúpula” y “En el Borde”. ¿Cómo surgió la posibilidad de que quedara plasmada tu participación musicalmente hablando? ¿Cómo nació la idea de realizar un rap para “En el Borde”?

– En el estudio Gustavo y yo compartíamos punteos cortos, mientras él me interrogaba sobre mi vida y tiempos con David Bowie, así como también sobre cómo había ideado los riffs de guitarra en “Fame”. Por mi parte le mostraba trucos que quería que utilizara en partes del solo de guitarra que estaba a punto de grabar. Usualmente no me gusta tocar la guitarra en un álbum que he producido porque prefiero darle ese rol al guitarrista principal, y permitirle interpretarlo en “vivo”. Pero a Gustavo no le conformaba eso…

“Sí! Vas a tocar en esta canción… estás loco, el gran Carlos Alomar sin tocar en nuestro disco? Definitivamente no… vas a interpretar este solo!”, me expresó Cerati en su imperfecto inglés. El feroz líder de este poderoso trío no había viajado hasta Norteamérica para que no tocara en su disco, eso era seguro. Mientras los demás expresaban su conformidad con la idea, acepté finalmente interpretar el solo de “La Cúpula”.

Entré al estudio y pedí que bajaran las luces para ambientar. Miré a través del vidrio a la banda mientras ellos hacían lo propio. Gustavo preparado en el timonel, sentado en mi silla de productor. Zeta parado a su derecha, con los brazos cruzados y esperando, y Charly alentándome y sonriendo. No hace falta decir que saqué el solo en una sola toma. Habiendo probado el mismo hacía unos momentos para Gustavo, todavía lo tenía fresco en mi mente. Adicionalmente, todos los años ensayando y practicando en hoteles habían compensado. Todos aquéllos punteos aleatorios habían tomado forma en el solo de “La Cúpula”.

Con sentidos elogios finalmente recuperé mi “trono” detrás de la consola de mezclas. Todos continuamos riendo y aclamando mi interpretación (todo un ritual entre los músicos, cuando había una gran interpretación). Pero me di cuenta de que Gustavo tenía razón. Por qué intentaría sonar al igual que yo, cuando yo ya estaba allí, listo, dispuesto y disponible.

Había una última canción que había que ejecutar: “En el borde”. Fue Zeta quien primero pronunció esas palabras y me produjo un escalofrío en la espalda. “Por qué no tener un rap hecho por Carlos en esta canción? Sí, un rap es justo lo que se necesita”, replicaron los demás. Siguió un silencio, mientras todos se volcaron hacia mí, con esa mirada en sus ojos.

“De ninguna manera!”, fue todo lo que pude decir, mientras reía ante la sola idea de hacerlo. Hacía casi 8 años desde que Kurtis Blow grabó la base de una de las más famosas letras de rap de nuestros tiempos… “The Breaks”. Conozco grandes raperos, y no me considero precisamente uno de ellos. Ciertamente no quería ingresar al campo del rap para ser examinado por otros, especialmente raperos! Pero nuevamente, los chicos no querían saber nada al respecto. Persistieron, molestaron, suplicaron e insistieron.

Fui a casa esa noche y escribí las letras de “En el borde”. Regresé al día siguiente y de mala gana, pero sin reservas, mostré el rap en el estudio. Fue genial! De hecho lo disfruté mucho, pero juré que esa sería la primera y última vez que haría rap en una canción. Y gracias a Dios, he mantenido mi palabra.

• ¿Cómo ves ese trabajo mas de 20 años después de producirlo?

– Yo creo que el álbum se convirtió en el verdadero despegue de Soda Stereo y el disco que les traería consigo mayor reconocimiento. Creo que continúa siendo uno de sus más grandes logros, así como uno de los míos. A través de los años me mantuve en contacto con cada uno de los integrantes de la banda, mientras continuaba con mi odisea musical. Leía críticas de sus álbumes subsiguientes, de su separación y de sus proyectos individuales, y me alegraría por sus continuos éxitos. El recuerdo de nuestro tiempo juntos, siempre dándome razones para sonreír.

• Soda Stereo vuelve a los escenarios en el año 2007, y deciden invitarte a participar del último show de la gira, el 21 de Diciembre, en el Estadio Monumental de Buenos Aires. ¿Cómo viviste esa experiencia?

– Recibí una invitación sorpresa de la banda. Por supuesto que acepté y me preparé para viajar a Buenos Aires y reunirme con mis viejos amigos. Aterricé en Buenos Aires y procedí a realizar mis trámites en aduana. Como siempre, las filas hacia esa sección eran tremendas. Permanecí en línea arrastrando mi bolso por detrás cual apéndice indeseado. El recuerdo de mi guitarra perdida en el Aeropuerto de Bangkok, cerca del río Chao Phraya, y de perder ropa en Suecia e incontables aeropuertos ocupaban mi mente en ese momento. Finalmente, era el próximo en la fila para encontrarme con un agente.

Me acerqué al puesto de aduana cautelosamente, consciente de la línea roja que se encontraba a mis pies y reprimiendo el incontrolable deseo de apoyarme en el mostrador. Le alcancé mi pasaporte y papeles a un joven hombre con un porte muy serio. Revisó mis credenciales, me miró y finalmente me recibió con la usual pregunta: “Y qué lo trae a Buenos Aires, Señor Alomar?”, preguntó, siguiendo con la esperada: “Está aquí por negocios o placer?”. Para cualquiera que alguna vez viajó al exterior, así es como funciona el sistema. Si se viaja por trabajo, se debe tener la visa correspondiente. Yo no tenía tiempo para nada de eso, así que para ahorrar tiempo simplemente contesté con mi respuesta de siempre.

“Placer. Solo vine a visitar algunos amigos”. El agente se inclinó hacia mi, y al igual que un profesor mirando por encima de sus lentes, como para corregir a un estudiante, contestó: “Señor Alomar, sé quien es y por qué se encuentra aquí. Estaré en el concierto de mañana para verlo tocar con Soda Stereo. Mucha suerte”. Me miró cómplice, ante lo cual sonreí. En aquél momento comenzaba a tomar consciencia de cuán importante sería ese concierto.

La noche siguiente me encontré en un estudio de ensayo, lleno de músicos. Parecía que el concepto del concierto sería sencillo. Consistiría en tener un instrumentalista que tocara en determinadas canciones de la banda. Aparentemente yo estaba allí para interpretar mi canción “La Cúpula”, aunque para mi implicaba mucho más que eso. Era una oportunidad para ver a mis viejos amigos, quienes eran mayores, tenían hijos y vidas sobre las que no sabía nada.

• Y tras mas de 20 años sin verlos personalmente, ¿cómo fue ese reencuentro con los integrantes de Soda Stereo y terminar tocando frente a mas de 60.000 personas?

– Cuando entraron a la habitación y me vieron, las sonrisas y abrazos que se sucedieron obligaron a todos en ese lugar a suspender lo que estaban haciendo y simplemente presenciar ese momento. Era algo así como una reunión familiar. Yo un poco mayor, Gustavo más áspero y sin afeitarse después de la larga gira; en contraste con esto Zeta completamente afeitado con su pelada cabeza brillando y reflejando cada luz en la habitación, y Charly todo un hombre adulto con una sonrisa que denotaba sus años de experiencia y satisfacción.

La noche del show el público era explosivo, receptivo, atento y elogioso. Cantaban con nosotros en todas las canciones, prendían sus encendedores en los momentos indicados, y se movían al unísono en las canciones lentas. Finalmente, pude escuchar mi nombre a través de los altavoces mientras Gustavo anunciaba mi presencia. Les diré esto, no hay nada como el rugido de los fans cuando ven a su banda preferida tocando por última vez. Cada canción significaba algo para cada uno de ellos: cuando se graduaron, se enamoraron, casaron, tuvieron hijos, sufrieron decepciones, divorciaron e incluso cuando veían a todos y cada uno de sus amigos pasar por sus vidas. Cada canción, cada palabra, en este momento, en este preciso momento significaba algo… e incluso quizás lo significaba todo.

“Damas y caballeros… Carlos Alomar!!!”, anunció Gustavo Cerati mientras yo ingresaba al escenario. El asistente alcanzándome mis acordes y el ingeniero de control subiendo mi retorno en los monitores. Uno… dos… tres… cuatro…

“La Cúpula” comenzó mientras sentía el impulso sanguíneo hacia mis oídos y entraba en ese estado de trama que consume a todo intérprete. Toqué mi solo (aunque no recuerdo el mismo actualmente jaja), sonreí durante todo el show, no solo por haber tocado bien, sino porque siempre me sorprende cuán mejores se vuelven los músicos con el paso de los años. Gustavo, Zeta y Charly, no solo tocaban cada una de las notas que habíamos ensayado y practicado durante semanas hacía 20 años atrás, sino que agregaron notas que solo podían provenir de los años de experiencia, y técnicas aprendidas durante todos los años que giraron juntos. Fue glorioso, lo más cercano al cielo que una sesión de jam podía alcanzar.

Después del show seguimos de fiesta hasta entrada la madrugada, como si nunca fuera a acabar, aunque sabíamos que no solo la fiesta terminaría, sino que nuestra odisea, que había comenzado hacía unos 20 años atrás, también llegaría a su final. Y esa noche mientras dormía supe que terminaría despertando en un mundo sin Soda Stereo.

• ¿Qué te dejó trabajar con Soda Stereo en una etapa fundamental de su carrera?

– Años después de producir a Soda Stereo, todavía uso el mismo criterio para aceptar propuestas de producción. Primero escuchemos todas sus nuevas canciones. ¿Son una banda unida y consolidada? ¿Pueden ejecutar cualquier acrobacia musical que les pida? ¿Permanecerán juntos por el tiempo necesario para dejar su marca en el mundo? Supongo que las lecciones aprendidas con Soda Stereo son tan profundas que no resultan fáciles de olvidar.

• Comentaste que con Soda querías devolverle al rock latino todo lo que te dio. Siendo un productor y músico tan reconocido a nivel mundial, ¿sentís que existe alguna banda latina que se pueda asemejar a Soda Stereo? ¿Cómo ves la música actual en ese sentido?

– Mira, en Mayo de 2010 me enteré a través de Internet que Gustavo Cerati había sufrido un accidente cerebro-vascular y había entrado en coma. Mi corazón se detuvo mientras me ahogaba con algunas lágrimas. Varios años antes, en 2003, otro de mis amigos, el gran cantante de rhythm and blues Luther Vandross, también había sufrido un accidente cerebro-vascular. Yo comprendía el dolor, tanto de su familia como de sus fans, demasiado bien. Sin embargo, otra voz latina de nuestros tiempos era silenciada.

Mientras reflexiono sobre la industria musical con la llegada del nuevo milenio, entiendo que hay muchas bandas dispuestas, y capaces de continuar lo que Soda Stereo dejó inconcluso. Y sin embargo, me preocupa que las nuevas bandas no puedan emerger de la misma forma en que Soda lo hizo. Las grandes compañías multinacionales tienen una actitud bastante acotada y tentadora sobre firmar contratos, promocionar y hacer campaña por nuevas bandas.

La cantidad de recintos que promueven música en vivo continúan desapareciendo año a año y la desenfrenada desconsideración de los derechos de autor y regalías a través de la piratería amenazan con acortar la vida de cualquier banda incipiente. No hace tanto tiempo atrás hubo una gran controversia relativa a la ley S.O.P.A (Stop Online Piracy Act), que pretende luchar contra el tráfico en internet de propiedad intelectual registrada. Bono, líder de U2, ha dicho públicamente que apoya esta ley, mientras que otros artistas opinan lo contrario.

Mientras todo esto continúa y todos toman su lugar en esta controversia, Gustavo Cerati duerme y su estado de coma lo deja totalmente ajeno al desenlace de lo que nos rodea. Su legado recogido en sus regalías irá o bien a su familia o a sus herederos. Fui a mis archivos y recuperé las letras originales del rap de “En el borde”. Sorprendentemente nos ofrece una respuesta a este planteamiento; se los dejo para que lo decidan:

“Estoy en el borde y no sé
Si me encontrarás aquí o me encontrarás allí.
Porque las cosas están tomando un giro
y simplemente no sé si me apagaré”

“No hablaré del final…”

Allan Kelly Márquez

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