Busco en el archivo y encuentro una frase que me llama la atención. Gustavo Cerati describe a “Cactus” como “la joya del disco”. Se refiere a Fuerza natural, su último trabajo de estudio editado en 2009. A lo largo de su carrera, tanto solista como con Soda Stereo, pocas veces ha destacado a alguno de sus temas como una joya. Diría que nunca. Si algo ha caracterizado a Cerati era el despegue que hacía de sus propias canciones, las lanzaba al aire, quedaban flotando en el espacio, y de cada oyente dependía su propia valoración. Pero con “Cactus” fue diferente, Gustavo la destacó por sobre las demás y puso foco sobre una de las historias que, de no salir de su propia boca, hubiera sido totalmente desconocida.
Fuerza natural vio la luz como una aventura, un viaje. “Un recorrido”, diría Gustavo. “El planteo de la energía de la vida, una celebración”. Un trayecto con imágenes del campo, la playa y el cielo. Los planetas y el universo. La energía y el misterio. Las palabras y los números. Si bien no se trató de un disco místico, Fuerza natural contuvo secretos y revelaciones que el propio Cerati se encargó de resolver, pero a medias. Gustavo no propuso soluciones ni respuestas, sólo dudas. De las buenas, de las que se integran a un viaje hacia lo desconocido. En ese sentido, la historia de “Cactus” combina perfectamente.
“En un inicio, Gustavo sentía que el tema no entraba en el disco”, comenta Héctor Castillo en una entrevista realizada por Andrés Mayo en Setiembre de 2022. Castillo, reconocido productor, ingeniero y músico venezolano, había trabajado con Cerati en la producción de Ahí vamos y Fuerza natural. “Yo estaba empujando para que Gustavo pudiera terminarla. Tenía un ritmo como de chacarera, y creo que a Gustavo no le convencía ese aire folklórico, la había dejado relegada”. El impulso llevó a Castillo a solicitarle a Leandro Fresco que le diera una oportunidad a ese sonido. “Le pedí que salvara a ese tema, que le metiera coco a ver qué se podía hacer”. Leandro se sentó frente a su laptop, se puso los auriculares, se fumó tres paquetes de cigarrillos y le terminó agregando algunas atmósferas electrónicas que lograron colocarla dentro del concepto que venía teniendo el álbum. “A Gustavo le gustó ese trabajo. Tenía la idea de la melodía y se puso a trabajar en la letra”.
La primera idea que tuvo Gustavo fue la de llamar al tema con una sola palabra. “Tenía un paisaje sonoro del que, por su naturaleza folklórica y por donde estaba picoteando yo en cuanto a la letra, me gustó simplemente el título. “A ver, un tema que se llame así…”, con una sola palabra, como fue “Sulky”, “Raíz”, “Cozumel”. Casi en todos mis discos hay un tema como folklórico, que hace un poco de conexión con mi primera etapa aprendiendo guitarra”.
A Cerati se le vino inmediatamente la imagen del cactus, ligada expresamente a la experiencia que había tenido en 2004 en el desierto de San Luis Potosí, en México, con el peyote, una planta psicoactiva conocida como “hikuri”, un cactus blando y pequeño que se camufla debajo de los matorrales. La creencia local explica que la planta elige a quién presentársele, y a quién no. Esto, obviamente, le otorga una carga especial y mitológica. “Para la letra tuve una primera idea que tuvo que ver con esa experiencia en México. Me impresioné mucho porque el chamán me decía: «vas a caminar, los vas a buscar y no vas a encontrar nada. En un momento vas a ver uno, pero ese dejalo. El primero no lo comas, dejalo. Una vez que ves el primero, vas a ver todos». Es como una especie de rito, y es tal cual. Al principio pensás, ¿dónde están?, ¿cómo son?, ¿son redondos? No los veíamos, dábamos vueltas, hasta que de repente ví uno. Ya me lo quería agarrar. «¡No! ¡No!, ¡ese no!», me gritó el chamán. La frase “cuando te busco no hay sitio en donde no estés” vino de ahí”.
Gustavo se encargó de dejar en claro que el resto de la letra no describe al viaje del peyote. “Me quedó grabada aquella frase del chamán que, más que una leyenda, fue un encuentro espiritual. Por ahí dije «no hay lugares donde no estés» y lo mezclé un poco con esa idea de que “es un veneno, pero purificador”. Al mismo tiempo me llevó a un tema que se repite en el disco, y es el tema del tiempo. Lo que es probable es que, a través de la ingesta de ese tipo de sustancias, tengas una perspectiva del tiempo más big picture que la que tenemos generalmente. Hay algo de cierto en cuanto a que nuestra existencia es mínima comparada con lo que significa el universo. Uno podría ver las cosas transmutarse si tuviera esa posibilidad… o tiempo”.
Pero es aquí donde surge otra pregunta: ¿qué hacía Gustavo Cerati viviendo la experiencia del peyote? Y la respuesta es fascinante. Si uno investiga descubrirá que el vínculo de Gustavo con México comenzó a fines de 1987 cuando Soda Stereo llegó para presentar su tercer elepé, Signos, sin saber que ese primer encuentro duraría toda la vida. De alguna u otra manera, Cerati siempre volvió a las tierras que lo maravillaban por su valor histórico, arquitectónico y espiritual.
Alberto Castillo, periodista del diario El Universal, supo describir a Gustavo como un “buscador incesante de respuestas que satisfagan sus dudas existenciales”. En tal sentido, el propio Cerati destacó en una entrevista realizada por Castillo en 2003, que a lo largo de sus reiteradas visitas, en México encontró bebidas y plantas con las que pudo experimentar profundamente la depuración espiritual: “En ese aspecto México es muy generoso y estoy descubriéndolo poco a poco. He experimentado cosas en la selva, en el Pacífico, en Oaxaca, aunque con el peyote aún no he tenido ninguna relación, en algún momento quiero hacerlo, pero se necesita tiempo para encontrar el tuyo y hacerlo como se debe. Le tengo mucho respeto a este tipo de experiencias, no lo veo como un “rave”, para mí es algo que tienes que experimentar de una manera espiritual, porque culturalmente tiene ese peso y es como mejor funciona”.
Por primera y única vez, Gustavo habló abiertamente en una entrevista sobre los alucinógenos. “Me resulta muy interesante y hay mucha gente que me habla de estas experiencias. Yo tuve algunas en otros lugares con plantas similares al peyote y fueron grandes momentos de depuración en mi vida. Entiendes un montón de cosas que te sirven para limpiar, para retomar y ver las cosas desde otro punto”.
Cerati experimentó con hongos y “con otras cosas que no sé ni de dónde vienen”, bromeó. “La tierra de México tiene cosas muy fuertes; una vez me tomé un pulque y es una de las bebidas más alucinógenas que he tomado hasta ahora”. “Planta”, del disco Sueño Stereo (editado en 1995), retoma alguna de esas experiencias vividas por Gustavo a comienzos de la década del 90. “En esa época tuve experiencias muy fuertes, algunas con sustancias químicas como el San Pedro, que es muy parecida al peyote, pues es un cactus también y me dicen que tiene un efecto similar”. Es así que a través de su pluma, Cerati plasmó en Sueño Stereo varios de aquellos recuerdos. “De esa vivencia heredé cierta conciencia cósmica. A veces eso se traslada a una canción entera, y otras veces a una frase, a un video, o a una imagen sola”.
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