Hay un equilibrio, un camino muy fino entre un entorno complejo para provocar ideas creativas y otro demasiado difícil, “que termina siendo un desastre, porque la vida es demasiado corta para pesadillas“, sostiene el canadiense Michel Laprise, el director que estará a cargo de la puesta en escena del show que asocia al Cirque du Soleil y a la banda argentina Soda Stereo, y que se estrenará en febrero de 2017. La unión de Cirque y Soda camina por este sendero estrecho: “Las letras de Soda son inteligentes y en ese sentido muy desafiantes para el Cirque; no era una banda perezosa, sino muy trabajadora, como los acróbatas. Y por otra parte, sus letras, que son muy metafóricas, hablan de sensaciones y maridan muy bien con el arte de la acrobacia, que es eterno“, cuenta Laprise a la nacion. Nacido en 1984 gracias a la iniciativa de un grupo de artistas callejeros liderados por Guy Laliberté, el Cirque du Soleil se transformó pronto en sinómino de espectáculos de alta calidad, un proyecto que reinventó el show de acrobacias circenses y recuperó un público masivo y de alto poder adquisitivo.
Fue un caso de estudio ideal para los académicos que siguen de cerca el fenómeno de la innovación: el profesor de Insead Chan Kim lo tomó como ejemplo icónico de lo que llamó “océanos azules”: aquellas iniciativas que crean su propio mercado, completamente virgen (como el iPad). El Cirque no competía con otras propuestas circenses, sino con shows de megaestrellas del espectáculo. Una marca en sí, y muy valiosa.
Con un título de la escuela nacional de teatro de Montreal, Laprise fue durante varios años actor, jefe de arte y director del Theatre Pluriel antes de unirse, en 2000, al Cirque du Soleil, donde ingresó primero como buscador de talentos y más adelante tuvo a su cargo la división de “grandes eventos” (shows inaugurales de olimpíadas, juegos de invierno o aniversarios de ciudades). Días atrás pasó por Buenos Aires para “acercarse al corazón de Soda” y accedió a conversar sobre la intimidad del proceso creativo que desembocará en la puesta en escena de 2017.
Laprise y otros creativos del grupo visitaron la tumba de Gustavo Cerati, su estudio de grabación y pasearon por los lugares de la infancia y por los de la adolescencia de todos los integrantes de Soda. “No es algo común, el acercamiento creativo es completamente distinto al de otros shows que hayamos hecho“, cuenta. Lo usual es que las oficinas centrales de Montreal -donde trabajan 3500 de los 5000 empleados del Cirque en todo el mundo- funcionen como usina creativa. “Para captar el alma de Soda Stereo, para llegar a lo más profundo del vínculo con sus fans, voy a viajar una vez por mes a Buenos Aires durante 2016“, dice.
Igualmente, desde que se dio el visto bueno al proyecto, los responsables artísticos crearon una “sala de inspiración” en las oficinas de Montreal, donde hay miles de fotos de la banda pegadas en las paredes, se mandó a instalar una “persiana americana” y se pasa todo el día la música de Soda a un volumen muy alto, “porque nos dijeron que el alto volumen era una marca muy propia de sus shows“.
¿Cómo es la dinámica creativa? A partir de estos estímulos (los viajes, la “Sala Soda” en Montreal, la investigación que provee un equipo especializado, las charlas con los integrantes del grupo y su gente cercana), los creativos proponen ideas en una mesa y se elabora sobre las que se advierten promisorias. “Si vemos que no funcionan o no tocan una fibra mágica, que no emocionan, que entran en un callejón sin salida, volvemos para atrás, vamos iterando. Confiamos mucho en el instinto, en el estómago; el equipo creativo de esta iniciativa es el mejor que se haya formado para un evento del Cirque“, cuenta Jean Francois Bouchard, guía creativo de todos los proyectos de la firma canadiense.
Bouchard recuerda una anécdota hoy risueña, pero que casi hizo fracasar el proyecto conjunto. “El día que nos trajeron la propuesta se lo comenté a mi mujer, que es brasileña, y como Soda es muy popular en toda América latina menos en Brasil, ella me dijo que no los conocía“, se ríe hoy. El barco siguió a flote cuando al día siguiente convocaron a 200 empleados latinos del Cirque, les preguntaron su opinión y surgió una ovación instantánea.
Daniel Kon, manager de Soda Stereo y director de Triple Producciones, cuenta que “después de haber hecho con Popart la gira del regreso de Soda de 2007 empezaron a llegarnos todo tipo de ofertas: películas, miniseries, obras de teatro, musicales… Pero siempre me costaba pensar en dar un paso más allá: aquella gira había sido impecable desde el punto de vista de la producción y de sus contenidos artísticos. El riesgo era hacer algo que no estuviera a la misma altura. Hasta que en 2013 nos empezó a rondar por la cabeza, con Roberto [Costa] y Diego [Sáenz] una idea: ¿por qué no intentar hacer una obra como la que el Cirque du Soleil tenía con los Beatles [Love] o con Michael Jackson [One]? Y nos fuimos los tres a Las Vegas a ver esas dos obras. Y ahí lo decidimos: no teníamos que hacer una obra como las del Cirque du Soleil. Teníamos que hacer esa obra con el Cirque du Soleil”.
El primer contacto que consiguieron los ejecutivos argentinos fue, a través de un familiar de Sáenz, con Gil Favreau y Agathe Alie, de relaciones con la comunidad del Cirque, que habían estado tiempo antes en Buenos Aires y a quienes escribieron en busca de un nombre clave. Y así llegaron a Charles Joron, chief production officer y executive producer del Cirque. Le enviaron todo el material disponible de Soda (discos, DVD, información, cifras, historia de la banda) y luego de muchos intentos lograron, finalmente, en octubre de 2013, tener una conversación telefónica con él. Esa charla, que prepararon hasta el mínimo detalle (sabiendo que era “la” chance que se estaban jugando), terminó felizmente con una pregunta de Joron: “Do you like cold weather?” (“¿Les gusta el clima frío?”). Era su manera elegante de invitarlos a una reunión en Montreal.
Zeta Bosio, Charly Alberti y Laura y Benito Cerati (el hijo de Gustavo) no participan en el proceso creativo original del show, pero evalúan el material y dan el visto bueno. Cuidar esta dinámica creativa (que maximizará la libertad, pero que a su vez dejará contentos a todos) demandó seis largos meses de negociaciones que terminaron en un contrato que se firmó en mayo pasado. En toda esta saga fue clave el compromiso de Afo Verde, de Sony, uno de los argentinos que llegaron más alto en el tablero de las industrias creativas globales, quien desde su puesto “empujó” para concretar el proyecto.
El cobranding creativo tiene ventajas para las dos partes. En 2017 se van a cumplir diez años de la última gira de Soda, y la plataforma del Cirque será ideal para relanzar el repertorio musical con un poder de fuego a nivel planetario: éste tal vez sea “el” proyecto cultural de alcance global para la Argentina en los próximos meses, equivalente en potencia a que Woody Allen filme una película en Buenos Aires (una posibilidad aún lejana).
Pero para el grupo canadiense, el cobranding también es clave para sostener vitalidad y vigencia. Entre 2012 y 2013, la fórmula empezó a evidenciar signos claros de agotamiento: la facturación cayó de 1000 millones de dólares a 850 millones de dólares, y la venta de la empresa a un fondo de inversión puso signos de pregunta sobre el capital creativo del grupo: ¿cómo conciliar la búsqueda de rentabilidad con los resultados creativos?
El océano azul de Chan Kim se convertía en un océano rojo, repleto de tiburones: grupos nuevos que llegaban del off con más frescura y novedad, como el Cirque du Tonnerre, Cirque Eloiza, Cirque Elos, Los Diete Dedos de la Mano o el argentino FuerzaBruta. La respuesta llegó, justamente, de la mano de asociarse y potenciarse con el legado de artistas como Elvis Presley, Los Beatles, Michael Jackson y, ahora, Soda Stereo.
Laprise se muere de ganas de dar información del show, pero la jefa de prensa que tiene a dos metros actúa de guardiana y lo mira fijo cuando está a punto de soltar algún detalle.
“Queremos dejar sorpresas, es clave que el público llegue al teatro sin preconceptos“, se excusa la ejecutiva. Los shows del Cirque tienen muy trabajadas la escena inicial y la de cierre, y por lo tanto habrá mucho cuidado en seleccionar ambas melodías. “Tengo varias canciones de Soda que me acompañan cuando me levanto y me ducho a la mañana“, dice el director canadiense, “entre ellas saldrán las dos opciones“.
“El primer minuto es el más importante en el espectáculo, es el que setea el tono, el color y la sensación de lo que vendrá“, sigue Laprise. “¿La escena final? Sé que es muy importante, pero es lo que menos me gusta crear, porque siempre me pone triste decir adiós».
| Por: La Nación |