ENREMOLINOS

Gracias Totales se presentó en el Campo de Polo de Buenos Aires, en Argentina

«Bienvenidos a esta enorme burbuja que hicimos todos estos años», saludaZeta Bosio, histórico bajista de Soda Stereo. En El Campo Argentino de Polo reaccionan con gritos que no esperan esbozar una respuesta, sólo arengar. Pasaron ya 14 años de la gira despedida Me Verás Volver y otros 3 desde la última función de Sépt7imo Día, el espectáculo del Cirque Du Soleil que le hizo de germen precursor a este show. Las ganas de gritar un tema de Soda a los cuatro vientos venían acumulándose de hace rato.

Alrededor de la mega estructura que sostiene las cuatro pantallas, la parrilla de luces instalada en forma de rombo y, obviamente, el escenario, hay público de todas las edades. Muchos padres e hijos, parejas, y hasta familias enteras, claro ejemplo de que el legado de Soda se fue pasando de generación en generación.

A las 21.30hs en punto se apagaron las luces y un video comenzó a correr en las pantallas de los extremos. VHS de Soda entra en videocasetera, corre archivo de las giras, grabaciones y momentos random del trío. Interferencia a lo televisor viejo y sí, «Sobredosis de TV» inaugura la tracklist de la noche con la voz de Gustavo Cerati sonando casi como si estuviera allí.

El primer tema alucina a la vez por lo compacto y pulido del sonido, y por el trabajo audiovisual que, estando de frente al escenario, llega a cubrir todo el rango de la mirada. Richard Colemancolaborador de la banda y parte de la carrera solista de Cerati, es quien da las buenas noches y prosigue aportando voz y guitarra a «Hombre al agua».

Le siguió la aplastante «Disco Eterno», inaugurando la participación de outsiders de la banda en pantallas con el mexicano León Larregui de Zoe y el chileno Álvaro Henríquez, de Los Tres, para «El Rito». El contraste fue notorio cuando Rubén Albarrán, de Café Tacvba, se subió al escenario para interpretar el temazo «Lo que sangra (la cúpula)». La chispa de un frontman en vivo no se reemplaza con nada, no importa qué tan alta sea la pantalla o qué tan bien suene la voz recortada de la pista.

La mexicana Julieta Venegas un poco flaqueó en este sentido, porque a pesar de estar presente físicamente para entonar «Signos» se la vio muy ausente. El genial Walas de Massacre reacomodó al público con «Juegos de Seducción» seguido por un inquieto y entretenido Benito Cerati que hizo «Zoom» y tiró un «Pa, te amo» al cielo.

Acaso haya sido ese el mejor bloque del espectáculo. De ahí en adelante continuaron las presentaciones virtuales de Adrián Dárgelos con «Trátame Suavemente» y Andrea Echeverri con «Pasos». La segunda participación de Cerati en pantallas dio lugar a la canción más lograda de todo el espectáculo: «La Ciudad de la Furia».

Ya sea por la atmósfera que de por sí crea ese tema cada vez que suena, el trabajo estético de las filmaciones de los clásicos edificios de Buenos Aires o el hecho de que parecía que el fallecido músico realmente estaba interactuando con el público presente puesto que las voces estaban mezcladas como si estuviesen en vivo, en ese momento se sintió que tal vez ésa fue la sensación que Zeta Bosio y Charly Alberti tanto buscaban generar durante todo el show. Pero duró tan sólo una sola canción.

La división Campo Fan/Campo ayudó a quitarle fuerza al show, que sin las vallas hubiese dado como resultado un público más homógeneo, más animado y más propenso a interactuar.

A aquel momento le siguieron una innecesariamente pesada versión de «En Remolinos» de Draco Rosa, la agradable «El Temblor» de Gustavo Santaolalla -uno de los invitados más festejados por el público-, «Fue» con la voz de Cerati y «Un Millón de Años Luz» con la chilena Mon Laferte, en una celebrada versión.

Latanda de clásicos de despedida Soda llegó con «Persiana Americana» (Fer Ruiz Díaz) y «Prófugos» (Juanes). «Los micrófonos nunca fueron lo nuestro», reconoció Zeta. Abrazado a él, Charly se sincera: «Es realmente muy difícil estar haciendo este show entendiendo que es el fin de un ciclo».

Antes de retirarse a sus puestos para los últimos dos temas, señalan al brillante satélite que estuvo supervisando toda la noche: «Hoy también vino hasta la luna».

«Primavera 0» fue de Cerati y el público. Las pantallas mostraron a los tres despidiéndose de aquel Estadio de River colmado en diciembre de 2007 y todos supieron qué seguía: la eterna «De Música Ligera»con la anunciada participación de Chris Martin de Coldplay, que sorprendió con su versión en su visita en 2017.

Lo sorprendente acá fue que hacia el final esa interpretación se intercaló con la de Gustavo, y fue él quien terminó la canción frente a un público que cedía feliz al engaño.

«Todos son Soda Stereo», pronunció Alberti en el discurso de despedida, invitando a todo el equipo incluyendo asistentes, sonidistas, managers, a subirse al escenario. «Sin ellos no somos nada. Sin ustedes tampoco».

El show sirvió sin dudas para unir generaciones que aún no habían tenido la oportunidad de celebrar a Soda en conjunto, pero poco para realmente sentir que fue Soda lo que se vio. La nostalgia se apoderó de la noche más que el sentimiento de homenaje y la virtualidad sólo acentuó la falta de Gustavo o de algún frontman que pudiese cargarse el espectáculo al hombro.

Fue más un parche a la herida de una banda icónica que ya no existe que otra cosa. Una oda virtual a la nostalgia. «Gracias, Gus. Te amamos y te extrañamos».

| Por: Patricia Festa – FiloNews |

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Gracias Totales se presentó en el Campo de Polo de Buenos Aires, en Argentina

«Bienvenidos a esta enorme burbuja que hicimos todos estos años», saludaZeta Bosio, histórico bajista de Soda Stereo. En El Campo Argentino de Polo reaccionan con gritos que no esperan esbozar una respuesta, sólo arengar. Pasaron ya 14 años de la gira despedida Me Verás Volver y otros 3 desde la última función de Sépt7imo Día, el espectáculo del Cirque Du Soleil que le hizo de germen precursor a este show. Las ganas de gritar un tema de Soda a los cuatro vientos venían acumulándose de hace rato.

Alrededor de la mega estructura que sostiene las cuatro pantallas, la parrilla de luces instalada en forma de rombo y, obviamente, el escenario, hay público de todas las edades. Muchos padres e hijos, parejas, y hasta familias enteras, claro ejemplo de que el legado de Soda se fue pasando de generación en generación.

A las 21.30hs en punto se apagaron las luces y un video comenzó a correr en las pantallas de los extremos. VHS de Soda entra en videocasetera, corre archivo de las giras, grabaciones y momentos random del trío. Interferencia a lo televisor viejo y sí, «Sobredosis de TV» inaugura la tracklist de la noche con la voz de Gustavo Cerati sonando casi como si estuviera allí.

El primer tema alucina a la vez por lo compacto y pulido del sonido, y por el trabajo audiovisual que, estando de frente al escenario, llega a cubrir todo el rango de la mirada. Richard Colemancolaborador de la banda y parte de la carrera solista de Cerati, es quien da las buenas noches y prosigue aportando voz y guitarra a «Hombre al agua».

Le siguió la aplastante «Disco Eterno», inaugurando la participación de outsiders de la banda en pantallas con el mexicano León Larregui de Zoe y el chileno Álvaro Henríquez, de Los Tres, para «El Rito». El contraste fue notorio cuando Rubén Albarrán, de Café Tacvba, se subió al escenario para interpretar el temazo «Lo que sangra (la cúpula)». La chispa de un frontman en vivo no se reemplaza con nada, no importa qué tan alta sea la pantalla o qué tan bien suene la voz recortada de la pista.

La mexicana Julieta Venegas un poco flaqueó en este sentido, porque a pesar de estar presente físicamente para entonar «Signos» se la vio muy ausente. El genial Walas de Massacre reacomodó al público con «Juegos de Seducción» seguido por un inquieto y entretenido Benito Cerati que hizo «Zoom» y tiró un «Pa, te amo» al cielo.

Acaso haya sido ese el mejor bloque del espectáculo. De ahí en adelante continuaron las presentaciones virtuales de Adrián Dárgelos con «Trátame Suavemente» y Andrea Echeverri con «Pasos». La segunda participación de Cerati en pantallas dio lugar a la canción más lograda de todo el espectáculo: «La Ciudad de la Furia».

Ya sea por la atmósfera que de por sí crea ese tema cada vez que suena, el trabajo estético de las filmaciones de los clásicos edificios de Buenos Aires o el hecho de que parecía que el fallecido músico realmente estaba interactuando con el público presente puesto que las voces estaban mezcladas como si estuviesen en vivo, en ese momento se sintió que tal vez ésa fue la sensación que Zeta Bosio y Charly Alberti tanto buscaban generar durante todo el show. Pero duró tan sólo una sola canción.

La división Campo Fan/Campo ayudó a quitarle fuerza al show, que sin las vallas hubiese dado como resultado un público más homógeneo, más animado y más propenso a interactuar.

A aquel momento le siguieron una innecesariamente pesada versión de «En Remolinos» de Draco Rosa, la agradable «El Temblor» de Gustavo Santaolalla -uno de los invitados más festejados por el público-, «Fue» con la voz de Cerati y «Un Millón de Años Luz» con la chilena Mon Laferte, en una celebrada versión.

Latanda de clásicos de despedida Soda llegó con «Persiana Americana» (Fer Ruiz Díaz) y «Prófugos» (Juanes). «Los micrófonos nunca fueron lo nuestro», reconoció Zeta. Abrazado a él, Charly se sincera: «Es realmente muy difícil estar haciendo este show entendiendo que es el fin de un ciclo».

Antes de retirarse a sus puestos para los últimos dos temas, señalan al brillante satélite que estuvo supervisando toda la noche: «Hoy también vino hasta la luna».

«Primavera 0» fue de Cerati y el público. Las pantallas mostraron a los tres despidiéndose de aquel Estadio de River colmado en diciembre de 2007 y todos supieron qué seguía: la eterna «De Música Ligera»con la anunciada participación de Chris Martin de Coldplay, que sorprendió con su versión en su visita en 2017.

Lo sorprendente acá fue que hacia el final esa interpretación se intercaló con la de Gustavo, y fue él quien terminó la canción frente a un público que cedía feliz al engaño.

«Todos son Soda Stereo», pronunció Alberti en el discurso de despedida, invitando a todo el equipo incluyendo asistentes, sonidistas, managers, a subirse al escenario. «Sin ellos no somos nada. Sin ustedes tampoco».

El show sirvió sin dudas para unir generaciones que aún no habían tenido la oportunidad de celebrar a Soda en conjunto, pero poco para realmente sentir que fue Soda lo que se vio. La nostalgia se apoderó de la noche más que el sentimiento de homenaje y la virtualidad sólo acentuó la falta de Gustavo o de algún frontman que pudiese cargarse el espectáculo al hombro.

Fue más un parche a la herida de una banda icónica que ya no existe que otra cosa. Una oda virtual a la nostalgia. «Gracias, Gus. Te amamos y te extrañamos».

| Por: Patricia Festa – FiloNews |

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