ENREMOLINOS

Richard Coleman: “Con Cerati nos hicimos amigos hablando de música y de chicas“

Richard Coleman, amigo personal de Gustavo Cerati, partícipe de los principales momentos en la historia de Soda Stereo, e integrante de las bandas de Ahí vamos y Fuerza natural, nos cuenta todo en este mano a mano.

• 1983… La famosa llamada de Charly Alberti para invitarte a participar de Soda Stereo, como que era la mejor banda, “tengo los mejores músicos”, la famosa anécdota.

– Es la famosa anécdota ¿no? En realidad creo que fue a fines del 82 esa llamada. Bueno, era una época en la que yo estaba entre bandas. El 82 fue el primer año en el que empecé a tocar en bandas, ya con una idea más formal de ser músico, pero sin pensar en ser músico profesional digamos, iba a la facultad, estudiaba. Nos conocíamos todos los músicos que estábamos tratando de hacer una movida más moderna, digamos. Éramos un grupo que nos conocíamos todos, inclusive por ejemplo, con los chicos, con Soda, había tocado Daniel Melero, que obviamente había tocado conmigo, ya habíamos hecho cosas. Otro músico que había sido cuarto integrante del futuro Soda, porque ni siquiera eran Soda todavía, había sido Eduardo Rogatti, que fue un profesor de guitarra mío. Y bueno, coincidieron tanto Eduardo como Daniel Melero en recomendarme a mí, ante la posibilidad de seguir buscando un cuarto miembro. De tanta recomendación, Charly agarró y me llamó, me dice: “Hola, sí… ¿Hablo con Richard Coleman? Mirá, mi nombre es Charly Alberti. Estoy tocando con una banda, que es la mejor banda new wave de la Argentina, tenemos el mejor guitarrista y los mejores temas”. “Bueno, ¿Y en qué te puedo ayudar? ¿Para qué me necesitás?”. Así que fue como con un poco de humor ¿no? Dice: “No, bueno… estamos buscando otro integrante más en la banda, somos un trío”. “Bueno, ¿Dónde ensayan?”. “En Núñez, cerca de mi casa”. Le dije: “Bueno, dejáme pensarlo, no sé, voy a ver cómo ando de tiempo”. Así que a la semana volvimos a hablar, ya de una manera un poquito más real. Coincidimos en ir a un ensayo y yo llevé mis instrumentos, llevé material, demos, cosas que había hecho con Daniel Melero y algunas cosas, unas canciones que había grabado en casa. Ese fue mi primer encuentro con los chicos ¿no? En la sala esa que tenían en Núñez, en la casa del papá de Charly.

• ¿Nunca llegaron a tocar en vivo juntos como Soda Stereo?

– Eh, no. Estuvimos ensayando todo el verano, porque esto fue más o menos en noviembre, ponele. Empezamos a ensayar en noviembre más o menos; ensayamos noviembre, diciembre, enero, febrero. Ensayábamos bastante seguido, tres veces por semana. Se armó una linda rutina, digamos. Pero al tiempo de que estábamos trabajando, bueno, obviamente fuí muy bien recibido. En el momento que fuí recibido, fuí muy bien recibido. A Gustavo le habían interesado muchísimo mis canciones, los sonidos, mi manera de tocar. Él lo que había comentado en ese momento, era que buscaba un elemento más sónico, digamos. Como algo que arreglara un poco más la base que estaba muy firme ¿no?. Entonces yo tenía los elementos como para hacer sonidos extraños con la guitarra, una situación casi de teclados, tocada de una manera un poco ortodoxa que le sumaba como un gustito a los temas que ya estaban muy bien armados. A los chicos les gustaron mis temas, así que imagináte que en un mes se duplicó el repertorio de la banda, porque agregué como siete temas míos que estaban buenos. Y de repente, algunos los había tocado en alguna formación que había tenido antes, pero muchos salieron de mi dormitorio a esa sala. Canciones que después volví a hacer tipo “Autos sobre mi cama”, “Bailando enjaulados”, canciones que después algunas fueron de Fricción. Bueno, lo que me di cuenta era que había una situación como que yo tocaba con ellos tres, o ellos tres tocaban mis temas. No había una integración real. Era una sensación como de que eran tres y uno ¿viste?. Y yo cuando me di cuenta de eso, o sea lo pensé muchísimo, y dije: “No, pero si esto no lo paro ahora, vamos a estar comprometidos y no va a estar bien parar la cosa”. O sea, si empezamos a tocar, ya con una formación y me bajo… entonces dije: “Me abro”. Hablé con los chicos y les dije así, como muy seriamente: “Me parece que es evidente que son un trío”.

• De hecho hasta el 85, por ahí, ellos estuvieron como trío salvo algún acompañamiento en teclados, pero nunca con otro guitarrista…

– No, no, pero yo toqué de invitado varias veces.

• Claro, pero fijo no había nadie.

– No, no, fijo no. Entonces me ofrecí después, por supuesto, que contaran conmigo. Y lo paradójico es que hasta el momento, yo mucho no había compartido con Gustavo, no nos habíamos hecho amigos tocando.

• ¿Antes de eso se conocían? ¿Habían tenido algún cruce entre ustedes o no se conocían?

– No, nosotros no nos conocíamos. Pero, fijáte, Charly y yo teníamos 19 años, y Gustavo y Zeta tenían 23. A esa edad es mucha la diferencia. Es como que hay una distancia, como que los pibes de más de 20 son mayores, y es como que tienen otro idioma, están en otra. Uno está más pendejo todavía aunque se cree que es grande. Entonces naturalmente se dió como que Charly y yo compartíamos más cosas, y Gustavo y Zeta estaban más en la de ellos. Pero cuando yo me fuí de la banda, tiempo después, me empecé a encontrar con Gustavo en bares, en situaciones nocturnas y empezamos a compartir la noche. Y ahí nos hicimos amigos, pero fuertemente amigos. O sea, indudablemente, porque ahí empezamos a hablar de música, de nuestras ideas artísticas, de cómo nos veíamos en el futuro, de las chicas, de las novias…

• ¿Ahí es donde comienza la semilla para empezar a componer algunas cosas juntos? ¿Más o menos en esa época?

– Yo creo que la semilla fue realmente cuando empezamos a tocar, que de repente a Gustavo le gustaron mis canciones y las sumó, y yo me sumé a la banda, esa fue la semilla. Porque a partir de ahí, bueno, tiempo después, ya en el 84 ponele, ya había salido el primer disco de Soda, y Gustavo me llama para ver en qué andaba y me dice: “Che Richard, ¿Por qué no salís a tocar esos temas que tenés que estaban buenos?”. Yo estaba estudiando, no estaba haciendo música, y entonces le digo: “¿Cómo los hago? ¿Con quién me junto para tocar eso?”. Me dice: “Bueno, nos juntamos, voy yo, buscamos algún baterista”. Le digo: “Bueno, esperá, tengo algún baterista por ahí”. Apareció Samalea, que me trajo a Basso, y ahí nos juntamos. Empezamos a tocar, empezó el proyecto Fricción. Y en realidad era como un patio de juegos, no era una banda. No ensayábamos como un proyecto como objetivo profesional. Ni siquiera pensábamos en salir a tocar. Era juntarnos a tocar en un recinto, tocar un poco e intercambiar ideas.

• Pero volviendo a lo de Soda, vos que estuviste en esas primeras reuniones. ¿En ese momento sentís que se preveía el éxito que podía tener la banda?

– Nooo…

• ¿O era totalmente diferente a lo que luego terminó sucediendo? Más allá de que Charly te haya dicho “somos la mejor banda” y todo. Te vendió el producto, te quiso vender el producto…

– Claro, sí, sí, con esa actitud. Indudablemente después dejó de ser Charly el vendedor de la banda (risas). Pero no, no se preveía el éxito. No se pensaba en el éxito. En realidad el suceso… No se podía pensar en un suceso comercial, porque nada tenía un suceso comercial hasta ese momento. Éramos todos como que estábamos en la resistencia, digamos. Era tocar música moderna, cambiarle un poco la estructura al rock nacional y tratar de hacer otra cosa.

• Te llevo a otra época…

– Dale.

• Estuviste en dos momentos clave en la historia de Soda Stereo: Último Concierto de 1997 y último concierto del año 2007, o sea, en dos entornos diferentes, en dos momentos clave. ¿Qué diferencias sentiste, como músico invitado, en ambos recitales? Si sentiste que ese ambiente también era diferente en una época, en el 97 y era diferente en el 2007, ¿o cómo lo viviste al menos a manera personal?

– Sí, sí, sí… No, lo que sentía, bueno, primero yo me acuerdo en el 97 que fui al último ensayo. No fuí solamente al Último Concierto, sino que fuí al último ensayo. Ensayamos en un lugar que era el Prix D’ami, que era un lugar para tocar ¿no?, para hacer conciertos. Se había armado toda la sala ahí, y bueno, cuando me convocaron, llegué al último ensayo. Entonces fue muy representativo.

• ¿Tenían ya elegido qué canción iban a tocar?

– Sí, me había dado para elegir entre dos temas Gustavo, y yo había elegido “Telekinesis” creo ¿no?

• Sobredosis…

– Sobredosis, Sobredosis, sí! “Sobredosis de TV”, claro. Cuando terminó el ensayo y vi que empezaron a levantar todos los instrumentos, ahí me pegó una emoción, digamos. Ahí fue un momento muy emocionante para mí. Ser un privilegiado de estar en la trastienda de la cosa ¿no es cierto?. Porque dije: “No, no es el último concierto, es el último ensayo, esto es mucho más fuerte”. Ese, digamos, es un recuerdo fuerte ¿no? que puedo compartir con ustedes.

• ¿Lo llegaste a comentar igual con Gustavo en ese momento, o con ellos por lo menos?

– Creo que sí, en algún momento lo pudimos haber charlado, como accidentalmente. Tampoco hablamos directamente de la situación. Creo que sí, que lo comentamos con una sonrisa, una cosa así. Y en el 2007, bueno, era como una situación más triunfante, en realidad. De euforia, y era distinto, una situación más madura para todos nosotros y estaba bien que fuera el último concierto, en realidad, porque era una reunión que estaba acotada. Y en realidad, bueno, en ese ya no pensé: “Uy, nunca más Soda Stereo”, en el otro sí, pero en este dale, es como que, por ahí… fue muy linda la situación, y bueno, el tamaño del show, y todo tan importante, y eso estaba buenísimo.

• ¿Cómo fue ese momento en el que Gustavo te propone ser parte de la banda de Ahí Vamos?

– Eso fue en el 2005 propiamente…

• ¿Volvieron algunos recuerdos ahí?

– Sí, volvieron algunos recuerdos, pero no se enfocó en eso. No hubo un foco en esos recuerdos. Fue como, de alguna manera, yo siento que apoyé muchísimo la entrada de Samalea al proyecto. Porque me parecía que era un músico muy idóneo para cubrir ese rol, y Fernando estaba con muchas ganas de tocar rock, digamos. Él venía tocando situaciones musicales un poco más poperas o más relajadas, más como sesionista. Estaba tan bueno el proyecto de Ahí Vamos, que de alguna manera lo acompañé a Fernando como para que Gustavo lo viera y lo tomara, digamos ¿no? Pero no pensé de ninguna manera en, digamos: “Uh, somos los tres ex Fricción” Eso nos lo hicieron notar obviamente.

• Después Gustavo lo comentaba en cada show.

– Claro, claro. Una vez que se dio cuenta dijo: “Bueno, sí, sí, sí”, porque tocábamos “Ecos”, ponele, que era una canción que la estrenamos con Fricción. Fue muy importante, o sea, el momento en el que Gustavo me ofrece participar del proyecto, que no tenía nombre todavía, en el nuevo disco, fue muy importante para mí porque, de alguna manera, él tuvo que decírmelo con todas las palabras. Porque si él no me lo decía con todas las palabras, yo no lo iba a entender así, y me iba a sentir como un invitado, solamente como un invitado al estudio. Y como tal, yo no iba a participar activamente, yo no iba a abrir la boca ni hacer comentarios. Sino que estaba como observando, y si me preguntan yo comento. Pero sino yo no iba a estar así, hablando, porque no soy esa clase de gente, digamos. No abro la boca de más, en lo posible. Pero digamos que la tercera o cuarta vez que Gustavo me seguía invitando al estudio, “¿Venís la semana que viene? ¿Venís mañana? ¿Cuándo venís?”. “Bueno, veo, la semana que viene, cada dos días, qué sé yo…”. Y creo que la tercera o cuarta vez que fui Gustavo me dice, me sienta en el sillón y me dice: “Mirá Richard, te voy a invitar formalmente a participar de este proyecto, de todo el trabajo de composición, quiero sacar adelante un disco así y asá”. Y creo que estaban Leandro y Nalé ¿no? y los miró a ellos como riéndose, como que todos sabían que si él no me decía así, yo iba a seguir yendo de vez en cuando. Así que fue buenísimo, le agradecí, y ahí empecé a ir todos los días. Y a colaborar, a trabajar, sin que me preguntaran a opinar, se armó un lindo grupo de trabajo. Había una situación como de banda, capitaneada por Gustavo, pero era como que había una libertad de opinión y creativa ¿no? muy valiosa, que hacía falta para darle forma.

• Incluso esa banda después, reforzada con Anita y con Gonzalo Córdoba, participó de la siguiente gira, Gira Fuerza Natural.

– Claro, claro, sí, sí. Pero igual, lo de Fuerza Natural era otro proyecto, entonces por más que fuéramos los mismos músicos, la banda se arma de otra manera, los roles son distintos. Entonces no era lo mismo. Éramos los mismos músicos, más dos más, pero el trabajo tenía otro foco, además del proyecto Fuerza Natural.

• Hay que cambiar el chip y encarar una cosa nueva.

– Claro, cambiar el chip, porque inclusive los temas de Ahí Vamos en la Gira Fuerza Natural sonaban distintos. Eran otros arreglos, había una carga. Por ahí sonaban un poquito menos rockeros pero eran un poco más sónicos. Había mucha más carga sonora.

• Una de las preguntas que varios fans de Soda, o por lo menos de Cerati, se hacen, es que vos participaste componiendo con Gustavo en distintos trabajos: él contigo en Siete Delfines, con Fricción, vos con él, tanto en Ahí Vamos, con Soda y en Fuerza Natural ¿Nunca se plantearon entre ustedes hacer algún trabajo entero, algún disco entero entre los dos?

– No llegamos a charlarlo, lamentablemente por ahí… Nunca hubo necesidad, y esas cosas por ahí se iban dando. Fijáte que recién empezamos a trabajar juntos, después de tantos años de conocernos, en Ahí Vamos. Así, a trabajar en una banda juntos. O sea, se dio como que fue filtrándose, pasando mucho tiempo, y ese fue como un punto muy alto de nuestra amistad y de nuestro trabajo juntos, o sea, de nuestro trabajo artístico juntos. Entonces yo creo que no, porque las búsquedas siempre siguieron siendo diferentes entre Gustavo y yo, coincidíamos en algunos puntos pero las perspectivas eran diferentes. El veía las cosas de una manera y yo las veo de otra.

• Claro, nunca hubo necesidad.

– Claro, pero sí la colaboración y el diálogo. El diálogo, por ejemplo, Gustavo siempre me muestra la evolución de su trabajo, si estoy de acuerdo… y yo lo he hecho siempre también. Digamos, de una manera informal, por ahí con un café de por medio y un equipo de música, “Mirá, estoy haciendo esto, ¿qué te parece?”, y eso me parece super valioso porque es parte de lo que es el trabajo de los artistas amigos ¿no?. Digamos, más allá del proyecto en común, es cómo hacer de la comunicación este proyecto en común.

• Tu disco, que sale de manera independiente, te quería consultar ¿Qué diferencias, qué virtudes y qué defectos tiene el no trabajar con una disquera internacional? Y también meter el tema de la piratería: Es un disco independiente, no puede llegar a tanta gente, por lo menos en el exterior, y la piratería puede jugar en contra en ese sentido, si es que te afecta en algo.

– A mí, te digo la verdad, la piratería no me afecta. No soy un artista que haya vivido en algún momento de la venta de los discos. Me parece una mala pasada igual, obviamente, pero lo que me jode por ahí de la “mal llamada” piratería, porque ya no es piratería, de la música compartida por internet, es la baja calidad por un lado, y que realmente por ahí, qué sé yo, el tipo que quiere y que le gusta escuchar música, y que le gusta coleccionar los discos, ante la tentación, por ahí, de bajarse el disco, lo único que tiene es un archivo, una lista de temas en una computadora, no sabe bien adónde lo guarda, no sabe bien adónde está. En cambio el disco es algo que encontrás, sabés que está ahí, sabés que las canciones que querés escuchar están adentro de ese disco. Es una diferencia simple pero que marca una diferencia. Además de la calidad de sonido, en el arte ¿no?. Por otro lado lo de la multinacional, qué se yo… Hoy en día, ya te digo, lo único que puede marcar una diferencia con una multinacional, es el apoyo que se le da a la difusión del disco y al artista. No es poca la diferencia, pero yo considero que no soy un artista de objetivo para una multinacional, que a la postre lo que ya se sabe es que vende. O sea, no van a arriesgar en firmar algo que por ahí tiene una condición artística tan importante como son mis proyectos. Entonces me relajo.

• Richard, muchas gracias por la entrevista, en serio.

– No, gracias a vos.

Allan Kelly Márquez

+ noticias

Richard Coleman: “Con Cerati nos hicimos amigos hablando de música y de chicas“

Richard Coleman, amigo personal de Gustavo Cerati, partícipe de los principales momentos en la historia de Soda Stereo, e integrante de las bandas de Ahí vamos y Fuerza natural, nos cuenta todo en este mano a mano.

• 1983… La famosa llamada de Charly Alberti para invitarte a participar de Soda Stereo, como que era la mejor banda, “tengo los mejores músicos”, la famosa anécdota.

– Es la famosa anécdota ¿no? En realidad creo que fue a fines del 82 esa llamada. Bueno, era una época en la que yo estaba entre bandas. El 82 fue el primer año en el que empecé a tocar en bandas, ya con una idea más formal de ser músico, pero sin pensar en ser músico profesional digamos, iba a la facultad, estudiaba. Nos conocíamos todos los músicos que estábamos tratando de hacer una movida más moderna, digamos. Éramos un grupo que nos conocíamos todos, inclusive por ejemplo, con los chicos, con Soda, había tocado Daniel Melero, que obviamente había tocado conmigo, ya habíamos hecho cosas. Otro músico que había sido cuarto integrante del futuro Soda, porque ni siquiera eran Soda todavía, había sido Eduardo Rogatti, que fue un profesor de guitarra mío. Y bueno, coincidieron tanto Eduardo como Daniel Melero en recomendarme a mí, ante la posibilidad de seguir buscando un cuarto miembro. De tanta recomendación, Charly agarró y me llamó, me dice: “Hola, sí… ¿Hablo con Richard Coleman? Mirá, mi nombre es Charly Alberti. Estoy tocando con una banda, que es la mejor banda new wave de la Argentina, tenemos el mejor guitarrista y los mejores temas”. “Bueno, ¿Y en qué te puedo ayudar? ¿Para qué me necesitás?”. Así que fue como con un poco de humor ¿no? Dice: “No, bueno… estamos buscando otro integrante más en la banda, somos un trío”. “Bueno, ¿Dónde ensayan?”. “En Núñez, cerca de mi casa”. Le dije: “Bueno, dejáme pensarlo, no sé, voy a ver cómo ando de tiempo”. Así que a la semana volvimos a hablar, ya de una manera un poquito más real. Coincidimos en ir a un ensayo y yo llevé mis instrumentos, llevé material, demos, cosas que había hecho con Daniel Melero y algunas cosas, unas canciones que había grabado en casa. Ese fue mi primer encuentro con los chicos ¿no? En la sala esa que tenían en Núñez, en la casa del papá de Charly.

• ¿Nunca llegaron a tocar en vivo juntos como Soda Stereo?

– Eh, no. Estuvimos ensayando todo el verano, porque esto fue más o menos en noviembre, ponele. Empezamos a ensayar en noviembre más o menos; ensayamos noviembre, diciembre, enero, febrero. Ensayábamos bastante seguido, tres veces por semana. Se armó una linda rutina, digamos. Pero al tiempo de que estábamos trabajando, bueno, obviamente fuí muy bien recibido. En el momento que fuí recibido, fuí muy bien recibido. A Gustavo le habían interesado muchísimo mis canciones, los sonidos, mi manera de tocar. Él lo que había comentado en ese momento, era que buscaba un elemento más sónico, digamos. Como algo que arreglara un poco más la base que estaba muy firme ¿no?. Entonces yo tenía los elementos como para hacer sonidos extraños con la guitarra, una situación casi de teclados, tocada de una manera un poco ortodoxa que le sumaba como un gustito a los temas que ya estaban muy bien armados. A los chicos les gustaron mis temas, así que imagináte que en un mes se duplicó el repertorio de la banda, porque agregué como siete temas míos que estaban buenos. Y de repente, algunos los había tocado en alguna formación que había tenido antes, pero muchos salieron de mi dormitorio a esa sala. Canciones que después volví a hacer tipo “Autos sobre mi cama”, “Bailando enjaulados”, canciones que después algunas fueron de Fricción. Bueno, lo que me di cuenta era que había una situación como que yo tocaba con ellos tres, o ellos tres tocaban mis temas. No había una integración real. Era una sensación como de que eran tres y uno ¿viste?. Y yo cuando me di cuenta de eso, o sea lo pensé muchísimo, y dije: “No, pero si esto no lo paro ahora, vamos a estar comprometidos y no va a estar bien parar la cosa”. O sea, si empezamos a tocar, ya con una formación y me bajo… entonces dije: “Me abro”. Hablé con los chicos y les dije así, como muy seriamente: “Me parece que es evidente que son un trío”.

• De hecho hasta el 85, por ahí, ellos estuvieron como trío salvo algún acompañamiento en teclados, pero nunca con otro guitarrista…

– No, no, pero yo toqué de invitado varias veces.

• Claro, pero fijo no había nadie.

– No, no, fijo no. Entonces me ofrecí después, por supuesto, que contaran conmigo. Y lo paradójico es que hasta el momento, yo mucho no había compartido con Gustavo, no nos habíamos hecho amigos tocando.

• ¿Antes de eso se conocían? ¿Habían tenido algún cruce entre ustedes o no se conocían?

– No, nosotros no nos conocíamos. Pero, fijáte, Charly y yo teníamos 19 años, y Gustavo y Zeta tenían 23. A esa edad es mucha la diferencia. Es como que hay una distancia, como que los pibes de más de 20 son mayores, y es como que tienen otro idioma, están en otra. Uno está más pendejo todavía aunque se cree que es grande. Entonces naturalmente se dió como que Charly y yo compartíamos más cosas, y Gustavo y Zeta estaban más en la de ellos. Pero cuando yo me fuí de la banda, tiempo después, me empecé a encontrar con Gustavo en bares, en situaciones nocturnas y empezamos a compartir la noche. Y ahí nos hicimos amigos, pero fuertemente amigos. O sea, indudablemente, porque ahí empezamos a hablar de música, de nuestras ideas artísticas, de cómo nos veíamos en el futuro, de las chicas, de las novias…

• ¿Ahí es donde comienza la semilla para empezar a componer algunas cosas juntos? ¿Más o menos en esa época?

– Yo creo que la semilla fue realmente cuando empezamos a tocar, que de repente a Gustavo le gustaron mis canciones y las sumó, y yo me sumé a la banda, esa fue la semilla. Porque a partir de ahí, bueno, tiempo después, ya en el 84 ponele, ya había salido el primer disco de Soda, y Gustavo me llama para ver en qué andaba y me dice: “Che Richard, ¿Por qué no salís a tocar esos temas que tenés que estaban buenos?”. Yo estaba estudiando, no estaba haciendo música, y entonces le digo: “¿Cómo los hago? ¿Con quién me junto para tocar eso?”. Me dice: “Bueno, nos juntamos, voy yo, buscamos algún baterista”. Le digo: “Bueno, esperá, tengo algún baterista por ahí”. Apareció Samalea, que me trajo a Basso, y ahí nos juntamos. Empezamos a tocar, empezó el proyecto Fricción. Y en realidad era como un patio de juegos, no era una banda. No ensayábamos como un proyecto como objetivo profesional. Ni siquiera pensábamos en salir a tocar. Era juntarnos a tocar en un recinto, tocar un poco e intercambiar ideas.

• Pero volviendo a lo de Soda, vos que estuviste en esas primeras reuniones. ¿En ese momento sentís que se preveía el éxito que podía tener la banda?

– Nooo…

• ¿O era totalmente diferente a lo que luego terminó sucediendo? Más allá de que Charly te haya dicho “somos la mejor banda” y todo. Te vendió el producto, te quiso vender el producto…

– Claro, sí, sí, con esa actitud. Indudablemente después dejó de ser Charly el vendedor de la banda (risas). Pero no, no se preveía el éxito. No se pensaba en el éxito. En realidad el suceso… No se podía pensar en un suceso comercial, porque nada tenía un suceso comercial hasta ese momento. Éramos todos como que estábamos en la resistencia, digamos. Era tocar música moderna, cambiarle un poco la estructura al rock nacional y tratar de hacer otra cosa.

• Te llevo a otra época…

– Dale.

• Estuviste en dos momentos clave en la historia de Soda Stereo: Último Concierto de 1997 y último concierto del año 2007, o sea, en dos entornos diferentes, en dos momentos clave. ¿Qué diferencias sentiste, como músico invitado, en ambos recitales? Si sentiste que ese ambiente también era diferente en una época, en el 97 y era diferente en el 2007, ¿o cómo lo viviste al menos a manera personal?

– Sí, sí, sí… No, lo que sentía, bueno, primero yo me acuerdo en el 97 que fui al último ensayo. No fuí solamente al Último Concierto, sino que fuí al último ensayo. Ensayamos en un lugar que era el Prix D’ami, que era un lugar para tocar ¿no?, para hacer conciertos. Se había armado toda la sala ahí, y bueno, cuando me convocaron, llegué al último ensayo. Entonces fue muy representativo.

• ¿Tenían ya elegido qué canción iban a tocar?

– Sí, me había dado para elegir entre dos temas Gustavo, y yo había elegido “Telekinesis” creo ¿no?

• Sobredosis…

– Sobredosis, Sobredosis, sí! “Sobredosis de TV”, claro. Cuando terminó el ensayo y vi que empezaron a levantar todos los instrumentos, ahí me pegó una emoción, digamos. Ahí fue un momento muy emocionante para mí. Ser un privilegiado de estar en la trastienda de la cosa ¿no es cierto?. Porque dije: “No, no es el último concierto, es el último ensayo, esto es mucho más fuerte”. Ese, digamos, es un recuerdo fuerte ¿no? que puedo compartir con ustedes.

• ¿Lo llegaste a comentar igual con Gustavo en ese momento, o con ellos por lo menos?

– Creo que sí, en algún momento lo pudimos haber charlado, como accidentalmente. Tampoco hablamos directamente de la situación. Creo que sí, que lo comentamos con una sonrisa, una cosa así. Y en el 2007, bueno, era como una situación más triunfante, en realidad. De euforia, y era distinto, una situación más madura para todos nosotros y estaba bien que fuera el último concierto, en realidad, porque era una reunión que estaba acotada. Y en realidad, bueno, en ese ya no pensé: “Uy, nunca más Soda Stereo”, en el otro sí, pero en este dale, es como que, por ahí… fue muy linda la situación, y bueno, el tamaño del show, y todo tan importante, y eso estaba buenísimo.

• ¿Cómo fue ese momento en el que Gustavo te propone ser parte de la banda de Ahí Vamos?

– Eso fue en el 2005 propiamente…

• ¿Volvieron algunos recuerdos ahí?

– Sí, volvieron algunos recuerdos, pero no se enfocó en eso. No hubo un foco en esos recuerdos. Fue como, de alguna manera, yo siento que apoyé muchísimo la entrada de Samalea al proyecto. Porque me parecía que era un músico muy idóneo para cubrir ese rol, y Fernando estaba con muchas ganas de tocar rock, digamos. Él venía tocando situaciones musicales un poco más poperas o más relajadas, más como sesionista. Estaba tan bueno el proyecto de Ahí Vamos, que de alguna manera lo acompañé a Fernando como para que Gustavo lo viera y lo tomara, digamos ¿no? Pero no pensé de ninguna manera en, digamos: “Uh, somos los tres ex Fricción” Eso nos lo hicieron notar obviamente.

• Después Gustavo lo comentaba en cada show.

– Claro, claro. Una vez que se dio cuenta dijo: “Bueno, sí, sí, sí”, porque tocábamos “Ecos”, ponele, que era una canción que la estrenamos con Fricción. Fue muy importante, o sea, el momento en el que Gustavo me ofrece participar del proyecto, que no tenía nombre todavía, en el nuevo disco, fue muy importante para mí porque, de alguna manera, él tuvo que decírmelo con todas las palabras. Porque si él no me lo decía con todas las palabras, yo no lo iba a entender así, y me iba a sentir como un invitado, solamente como un invitado al estudio. Y como tal, yo no iba a participar activamente, yo no iba a abrir la boca ni hacer comentarios. Sino que estaba como observando, y si me preguntan yo comento. Pero sino yo no iba a estar así, hablando, porque no soy esa clase de gente, digamos. No abro la boca de más, en lo posible. Pero digamos que la tercera o cuarta vez que Gustavo me seguía invitando al estudio, “¿Venís la semana que viene? ¿Venís mañana? ¿Cuándo venís?”. “Bueno, veo, la semana que viene, cada dos días, qué sé yo…”. Y creo que la tercera o cuarta vez que fui Gustavo me dice, me sienta en el sillón y me dice: “Mirá Richard, te voy a invitar formalmente a participar de este proyecto, de todo el trabajo de composición, quiero sacar adelante un disco así y asá”. Y creo que estaban Leandro y Nalé ¿no? y los miró a ellos como riéndose, como que todos sabían que si él no me decía así, yo iba a seguir yendo de vez en cuando. Así que fue buenísimo, le agradecí, y ahí empecé a ir todos los días. Y a colaborar, a trabajar, sin que me preguntaran a opinar, se armó un lindo grupo de trabajo. Había una situación como de banda, capitaneada por Gustavo, pero era como que había una libertad de opinión y creativa ¿no? muy valiosa, que hacía falta para darle forma.

• Incluso esa banda después, reforzada con Anita y con Gonzalo Córdoba, participó de la siguiente gira, Gira Fuerza Natural.

– Claro, claro, sí, sí. Pero igual, lo de Fuerza Natural era otro proyecto, entonces por más que fuéramos los mismos músicos, la banda se arma de otra manera, los roles son distintos. Entonces no era lo mismo. Éramos los mismos músicos, más dos más, pero el trabajo tenía otro foco, además del proyecto Fuerza Natural.

• Hay que cambiar el chip y encarar una cosa nueva.

– Claro, cambiar el chip, porque inclusive los temas de Ahí Vamos en la Gira Fuerza Natural sonaban distintos. Eran otros arreglos, había una carga. Por ahí sonaban un poquito menos rockeros pero eran un poco más sónicos. Había mucha más carga sonora.

• Una de las preguntas que varios fans de Soda, o por lo menos de Cerati, se hacen, es que vos participaste componiendo con Gustavo en distintos trabajos: él contigo en Siete Delfines, con Fricción, vos con él, tanto en Ahí Vamos, con Soda y en Fuerza Natural ¿Nunca se plantearon entre ustedes hacer algún trabajo entero, algún disco entero entre los dos?

– No llegamos a charlarlo, lamentablemente por ahí… Nunca hubo necesidad, y esas cosas por ahí se iban dando. Fijáte que recién empezamos a trabajar juntos, después de tantos años de conocernos, en Ahí Vamos. Así, a trabajar en una banda juntos. O sea, se dio como que fue filtrándose, pasando mucho tiempo, y ese fue como un punto muy alto de nuestra amistad y de nuestro trabajo juntos, o sea, de nuestro trabajo artístico juntos. Entonces yo creo que no, porque las búsquedas siempre siguieron siendo diferentes entre Gustavo y yo, coincidíamos en algunos puntos pero las perspectivas eran diferentes. El veía las cosas de una manera y yo las veo de otra.

• Claro, nunca hubo necesidad.

– Claro, pero sí la colaboración y el diálogo. El diálogo, por ejemplo, Gustavo siempre me muestra la evolución de su trabajo, si estoy de acuerdo… y yo lo he hecho siempre también. Digamos, de una manera informal, por ahí con un café de por medio y un equipo de música, “Mirá, estoy haciendo esto, ¿qué te parece?”, y eso me parece super valioso porque es parte de lo que es el trabajo de los artistas amigos ¿no?. Digamos, más allá del proyecto en común, es cómo hacer de la comunicación este proyecto en común.

• Tu disco, que sale de manera independiente, te quería consultar ¿Qué diferencias, qué virtudes y qué defectos tiene el no trabajar con una disquera internacional? Y también meter el tema de la piratería: Es un disco independiente, no puede llegar a tanta gente, por lo menos en el exterior, y la piratería puede jugar en contra en ese sentido, si es que te afecta en algo.

– A mí, te digo la verdad, la piratería no me afecta. No soy un artista que haya vivido en algún momento de la venta de los discos. Me parece una mala pasada igual, obviamente, pero lo que me jode por ahí de la “mal llamada” piratería, porque ya no es piratería, de la música compartida por internet, es la baja calidad por un lado, y que realmente por ahí, qué sé yo, el tipo que quiere y que le gusta escuchar música, y que le gusta coleccionar los discos, ante la tentación, por ahí, de bajarse el disco, lo único que tiene es un archivo, una lista de temas en una computadora, no sabe bien adónde lo guarda, no sabe bien adónde está. En cambio el disco es algo que encontrás, sabés que está ahí, sabés que las canciones que querés escuchar están adentro de ese disco. Es una diferencia simple pero que marca una diferencia. Además de la calidad de sonido, en el arte ¿no?. Por otro lado lo de la multinacional, qué se yo… Hoy en día, ya te digo, lo único que puede marcar una diferencia con una multinacional, es el apoyo que se le da a la difusión del disco y al artista. No es poca la diferencia, pero yo considero que no soy un artista de objetivo para una multinacional, que a la postre lo que ya se sabe es que vende. O sea, no van a arriesgar en firmar algo que por ahí tiene una condición artística tan importante como son mis proyectos. Entonces me relajo.

• Richard, muchas gracias por la entrevista, en serio.

– No, gracias a vos.

Allan Kelly Márquez

+ noticias